sábado, 28 de noviembre de 2009



ey, a dónde querés llegar
ey, cómo la querés vivir
ey, lo que ahora no valorás
después ya no va a existir

ey, qué es lo que oís cuando hablás
ey, sentí como respirás
ey, lo tuyo debe valer más de lo que vos pensás
y así, sin más, soñás

*respira- sebastián teysera.




*link al video del tema. enjoy.

viernes, 27 de noviembre de 2009

UNDERGROUND

"Me contaron que bajo el asfalto/existe un mundo distinto/con gente que nunca vio el sol/y no conoce los ruidos
-Horacio Fontova
*Lo más negro que hay.... un túnel del Cementerio Central

Andrés Barrera camina por la Ciudad Vieja y a su paso va haciendo apuntes que delatan que se siente como pez en el agua. La cita es en el quiosco de la plaza Independencia, ubicado frente a la puerta de la Ciudadela. “soy el encargado de su mantenimiento, lo declararon bien patrimonial”, acota. En la puerta de la Ciudadela detiene su marcha, “en la última restauración la unión de los bloques de piedra fue reforzada con masilla plástica, de muy baja durabilidad”, explica este investigador amateur, experto conocedor de construcciones coloniales subterráneas desde hace 15 años. Ya por Sarandí, su dedo índice se dirige hacia la parte baja de la pared lateral del Cabildo, donde puede divisarse, entre las piernas de los artesanos, una abertura con reja de hierro al nivel de la vereda, “esa es una ventilación del túnel del Cabildo”, explica sin detener su paso.
El destino final de la caminata es la librería Linardi y Risso, en Juan Carlos Gómez
1435, donde Andrés Linardi oficia de guía, atravesando el local y luego el sector administrativo hasta descender por una escalera.
A la altura del último escalón, una pequeña abertura da paso a una especie de cámara o bóveda de unos 3 metros de lado a la se accede, no sin antes colocar algunas baldosas que faciliten el paso sin pisar un pequeño charco de agua. Si bien las paredes han sido revocadas, el aspecto arqueado del techo da indicios de su antigüedad y dos aberturas con orientación Este y Oeste desembocan a dos túneles que luego de recorrer escasos 3 o 4 metros, están tapiados, como la mayoría de las galerías subterráneas de la ciudad, que fueron selladas en la década del 80 por razones de seguridad y filtraciones de agua.
En la manzana que limitan las calles Juan Carlos Gómez, Ituzaingó, Rincón y 25 de Mayo se encontraba el edificio de la Compañía de Jesús, sede montevideana de la congregación Jesuita, de la que aún pueden verse vestigios de su construcción en el restaurante “La silenciosa” y con la que seguramente se vinculaban los túneles de la propiedad donde se estableció Linardi y Risso en 1940, antigua vivienda de Nicolás Barrales, primer vicario de la ciudad en 1738.


*Boca de un túnel del Cementerio Central


TÚNEL ABIERTO

La restauración y habilitación del túnel del Cabildo es uno de los proyectos que tiene el arquitecto Gustavo Aller, designado Gestor del Desarrollo Patrimonial en el pasado mes de julio. “La idea surgió durante la grabación de un informe para History Channel en el túnel del Cabildo, ese día las calles de la Ciudad Vieja estaban siendo visitadas por un grupo bastante numeroso de turistas que habían llegado en un crucero y se me ocurrió que la visita a ese túnel, acompañada de guías especialmente formados, merchandising y otras actividades asociadas, indudablemente podían resultar un gran atractivo turístico”, recordó Aller y agregó que “el emprendimiento aún está en etapa inicial y hasta el momento es sólo una idea que pretendemos desarrollar, por lo que aún no podemos estimar los tiempos de su implementación”.
Con respecto al resto de los túneles y galerías montevideanas, el arquitecto declaró que no existe un inventario formal, “son casi leyendas urbanas, sólo existen registros informales de su existencia, además, en la mayoría de los casos fueron destruidos o interrumpidos por construcciones posteriores”.
Ese mundo subterráneo de leyendas –y también certezas- cautivó a Andrés Barrera cuando tenía 9 años. “Miraba La Revista Estelar, el programa de canal 10 que conducía Humberto de Vargas –una especie de Don Francisco uruguayo- y mostraron imágenes de los túneles del Solís que me quedaron grabadas en la memoria. Pensé que algún día los conocería y así fue, 15 años más tarde finalmente pude acceder a esas galerías, que ya no existen más”, relata Barrera, que logró acceder y registrar 74 metros de túneles. “Estaban impecables, secos, recubiertos por una layota francesa que absorbía la humedad, generaban un hongo que absorbía los olores también, todo muy rústico, original”, describe el investigador. También se presume que en el área Oeste del Solís, sobre la calle Bartolomé Mitre, aún se conservarían los restos de la Fuente de Viana o de Cardozo, antiguo manantial de agua que abastecía a la ciudad. En 1955, el arquitecto Carlos Pérez Montero encontró lo que serían los restos de la fuente, cubiertos por dos bóvedas protegidas por muros de piedra de 70 cm de espesor.
“En la zona de la Plaza Independencia, debajo de los 40 centímetros de hormigón, los cimientos de la Ciudadela están intactos”, asegura Barrera sentado en un banco de la Plaza Matriz, sin dejar de hablar ni de mirar hacia la fuente central. “Se está hundiendo, en cualquier momento se va ir todo para abajo, antes no dejaban caminar por ahí, había un cerco”, detalla. Andrés se para y se dirige hacia una tapa de metal contigua a la fuente, al ras de la superficie. Su intención es abrirla, pero tiene un candado. Sin embargo, en un capítulo del programa Cámara Testigo emitido el pasado mes de octubre por Canal12, Barrera guió al conductor hasta el interior de esa gran cámara.
“Independientemente del saneamiento, la utilidad de los túneles estaba relacionada a objetivos militares como escapes, traslados o refugios ocultos –desde la fundación hasta la Independencia- y luego para reuniones clandestinas y contrabando”, relata el investigador, que a menudo recibe llamados de gente que descubre construcciones subterráneas. “Muchas veces se confunden los túneles con los cimientos de las antiguas casas, que se construían con esa forma de arcada, porque era más resistente. Es lo que se puede apreciar en Intramuros Underbar (Convención 1241), una construcción de 1870 donde vivió Lorenzo de La Torre, el aljibe está abierto, están los cimientos y hay paredes tapiadas, ahí se pueden ver ese tipo de bóvedas y arcadas”, informa.
Uno de esos llamados lo condujo al descubrimiento de una bóveda en una casa en las inmediaciones de Washington y Sarandí, donde antiguamente había una plaza de toros y ahora funciona una institución de enseñanza privada. La construcción es similar a la que encontró bajo “La Giralda”, el café donde se tocó por primera vez “La Cumparsita”, que fue demolido para construir el Palacio Salvo.


*Antiguo muro del Cementerio Central con dos bocas de túneles.


LA BUENA ESTRELLA

“La puerta principal está situada dentro del Astillero de la Administración Nacional del Puerto. Uno de los capataces del Astillero recorrió atado a una cuerda, una extensión de 500 a 600 metros, regresando sin encontrar el final, por la oscuridad y el mal olor”, relata un documento escrito en 1929 y conservado en la Comisión del Patrimonio.
Si bien no hay inventarios ni mapas oficiales que los registren formalmente, la lógica
indica que los edificios más importantes de la época colonial estaban conectados bajo tierra. El Cabildo, la Catedral, el actual Ministerio de Transporte y Obras Públicas (ex Compañía de Jesús), la Plaza Independencia (ex Ciudadela), la Plaza Zabala (ex Fuerte del Gobernador) y el Ministerio de Relaciones Exteriores (Palacio Santos) son algunos.
Pero no solo en la Ciudad Vieja es posible imaginar otro mundo bajo el asfalto, “donde haya construcciones coloniales seguramente habrá algo a nivel subterráneo, en Buceo y en el Cerrito de la Victoria se han encontrado algunos polvorines (depósitos de pólvora)”, asegura Barrera.
Algo similar sucede en los barrios Sur y Palermo, más precisamente en el Cementerio Central y sus alrededores, donde se ubica la mítica historia del tesoro de las hermanas Masilotti. En el área del cementerio más próxima al mar, sobre el penúltimo paredón, aún hoy se conservan dos aberturas con forma de arco y reja de hierro por las que anteriormente salían cañones y hoy acumulan agua.
Washington Inzúa es el Capatáz General del Cementerio Central, 30 años de oficio sepulturero lo han convertido en un experto del mundo subterráneo. “Existen túneles de la época colonial que atraviesan el cementerio, llegan hasta el mar y suben hacia Gonzalo Ramírez, pero fueron sellados porque al subir la marea inundaba el Panteón Nacional y otras sepulturas”, describe.
Mientras asegura que el camposanto es como el patio de su casa, Washington se dirige hacia uno de los laterales del Panteón Nacional. Levanta una tapa de hormigón
y el panorama es impactante: dos metros hacia abajo, es posible contemplar el tramo de un túnel en perfecto estado de conservación. “En este lugar se buscó el famoso tesoro de las Massilotti, allá por 1950, había más espectadores y más prensa que en un clásico de fútbol, pero nunca se encontró nada.
“En la esquina de Ejido y Gonzalo Ramírez había un bar y su dueño, un gallego que usaba los túneles de la casa para conservar las bebidas más finas, especulaba con encontrar el tesoro”, relata Inzúa y agrega que “una de las hipótesis más certeras es la que establece que fue el propietario de Strauch el que lo encontró, porque estos túneles pasan por debajo de la fábrica –ubicada enfrente al cementerio-. Se comenta que el dueño y su hermano joyero viajaron a España con el tesoro, y a su regreso, rebautizaron la fábrica con el nombre de La Buena Estrella, pero son todas leyendas”.


*la muerte con vista al mar, Cementerio Central


-Publicado en la diaria el martes 24 de noviembre de 2010

JAMAS LEI A ONETTI

*Onetti estampado en la farola moderna del Teatro Solís.


http://www.youtube.com/watch?v=_FWFQPi7FgE

*link al teaser de "Jamás leí a Onetti", un documental sobre el escritor que promete.

viernes, 20 de noviembre de 2009


"Las fuentes de sonido eran escasas y casi todas naturales: el hombre, los animales, el agua, el viento y las tormentas. Sólo los carros y carretas con sus golpes sobre alguna calle empedrada escapaban a esta regla. Pero en realidad lo que volvía fino y alerta el oído era su experiencia del silencio"


*José Pedro Barrán, Historia de la sensibilidad en el Uruguay (Banda Oriental, 1989)

domingo, 15 de noviembre de 2009

ADVENTURE LAND





"parece una peli sosa pero tiene un mensaje muy interesante"
-dijo el videoclub de mi barrio.

"todos los cambios, hasta los más deseados, vienen con su melancolía, pues lo que dejamos atrás es parte de nosotros mismos. Debemos morir a una vida antes de poder entrar en otra",
-dijo Fabio, que dijo una revista, que dijo Anatole France (Premio Nobel 1921) a propósito de la peli, cuestionando su final feliz.

ANTES Y DESPUÉS

las cosas tienen movimiento






la ventana gris
se volvió verde
cuando caía
la última gota
de mi









parece invierno
parece frío
pero todo está verde
y tibio
parece tango
pero es cabrera
parece adiós
pero es llegada
parece el último día
pero es uno más
parece final
pero está a punto
de empezar

PARRAL


*parra con flash, primeros experimentos del curso de fotografía.

PENSAMIENTO DE CARACOL



MONTEVIDEO SUR


*el bar de jesús

CRECE DESDE EL PIE

*le voy a mandar una carta al viento, para contarle que estoy contento...


*cordones desatados, rodillas con tierra, pañales y trompita de maria.


*maria con sueño


VENTANITA



*domingo con lluvia en un club de malvín.

sábado, 14 de noviembre de 2009

FRENTE

*encuestas

FELINOS


Una vez leí por ahí algo de Cortázar que me gustó:
"un escritor con ojos de gato y un gato con ojos de escritor"




















*cleo y franca, los gatos de casa

VOLVÉ A JUGAR

El primer disco de Martina Gadea


Las canciones vienen, bajan como por arte de magia. Caminando por la calle, por ejemplo, empieza a tararear una melodía durante horas, muchas, 4 quizás. Hasta que le toma cariño y luego siente miedo de perderla, entonces la graba. Antes llamaba a su casa y las cantaba en su contestador. Después anduvo con un grabador de mini cassette en el bolso y ahora el celular.
Matina Gadea empezó a hacer canciones hace 12 años, cuando tenía 20 y está a días de editar su primer disco, “Volvé a jugar” (Bizarro). “Las primeras canciones fueron poemas, yo siempre escribí, vengo del lado de la escritura 100%”, se presenta.
Allá por 2005 distribuyó informalmente un demo con algunos temas grabados y producidos por Gustavo Montemurro y otros por Andrés Ibarburu. Se llamaba “El futuro es incierto”, tenía en la tapa una foto suya de niña y adentro traía un sobrecito con las letras y dibujos en el dorso, todo hecho y plastificado con cinta de embalaje transparente, por ella, a mano. La calidad de aquellas grabaciones dista mucho de la del disco que edita Bizarro a mediados de octubre, sin embargo, en ese demo ya despuntaba el brillo de algunas como “El rey de la luna”, “Miedo” “Cabo suelto” o “Volvé a jugar”.
Con el disco en puerta y antes del show del próximo 12 de octubre en la sala Zavala Muñiz en el marco del festival Latinoamericana, Martina Gadea habló con la diaria.




*Portadas de "El futuro es incierto" y "Volvé a Jugar"



Cómo pasaste de escribir tus poemas a ponerles música?
Siempre me gustó cantar. En 1º de liceo nos íbamos de campamento y mis amigas me pedían que cantara. Hacía “Muchacha” de Luis Alberto Spinetta, Phil Collins, escuchaba “Azul con amor” todas las noches, cantaba old hits.
¿Qué presencia tenía la música en tu niñez?
Mi padre estuvo en el directorio del Sodre como 10 años y yo era la hija compinche que lo acompañaba al Teatro Solís, él tenía un palco, desde ahí veía zarzuela, ópera, ballet, después me dormía y me despertaba de un sueño divino. Nos íbamos para atrás del escenario, veía a los bailarines, a los músicos, gente extravagante, ahí tenía contacto con ese mundo súper volado de la música.
¿Y en tu casa había música?
Mi casa es una casa de la palabra, la gente siempre está hablando, en las fiestas nunca hay música, sin embargo cada uno hace su propia música. Mi padre tararea bossa nova media hora por día, todos los días. Mi madre chifla, le ponés Bach y te lo chifla perfecto ¡No sé cómo no la metí en el disco! Mi abuela cantaba mientras cocinaba, en un agudo increíble y muy bajito, era tan emocionante escucharla... Entonces, lo que siempre escuché de mi familia fue música orgánica, literalmente, del órgano garganta, no había aparatos sonando, ellos hacían la música. De ahí creo que me viene la cosa creativa de hacer melodías, si fuera un gen lo heredé exacto. Me pasa de ir caminando y me viene una canción a la cabeza (canta el comienzo de "No more lonely nights"), cuando la canto me doy cuenta que tiene una frase que tenía que ver con lo que yo venía pensando o sintiendo en ese momento, como que me contesto a mi misma con la canción, es como si pensara en términos de canción.
¿Qué tiene más peso en tus canciones la música o la palabra?
Creo que la palabra, sin embargo en la música encontré la posibilidad de que ese lenguaje se complete, como que a lo que escribía le faltaba un brazo y una pierna y cuando le puse música quedó enterito. No me gustaban mucho mis poemas, aunque mi pasión es escribir. (Peter) Greenaway dice que es un pintor frustrado y si ves sus películas, el uso de los colores, esa simetría axial, ahí se ve un poco eso del pintor.
Cuándo eras niña ¿qué decías que ibas a ser cuando fueras grande?
Detective privada (risas) ¡Por suerte no era mujer policía! De detective privada a psicóloga no hay tanta diferencia porque de alguna manera en ambos casos te enterás del mundo interno de las personas. Hay algo difícil de entender, que es cómo a alguien le puede gustar escuchar los problemas de los demás.
Has trabajado mucho con niños y eso está íntimamente relacionado con la música que haces ¿Qué te atrae de ese mundo de la niñez?
Trabajé 8 años en primaria, con niños de barrios marginales y sigo trabajando en esos contextos, ahora hago el apoyo psicológico de 100 personas que no estaban integradas a la sociedad a través de acciones del Ministerio de Desarrollo Social y el Ministerio de Trabajo. El trabajo con los niños se traduce en mis canciones, en mis dibujos, en mi manera de ser, en mi manera de ver el mundo. Me siento mejor con los niños que con los adultos. Creo que hay algo de la infancia que no debería perderse, hay un cable ancho ahí que le da una continuidad esencial a la vida, que es casi como el corazón latiendo. A veces eso se quiebra y la gente sigue adelante, pero como muerta en vida, como en un “falso-self”, algo así como transformarse en lo que se espera que cada uno sea. El otro día iba caminando por la calle y había un niño de 3 o 4 años en un balcón tratando de alcanzar algo que se le había caído. Yo iba con auriculares, escuchando el disco antes de que estuviera pronto. Vi que el niño vocalizaba algo, se le había caído un osito, que era un caballito, naranja, antiguo, divino. Lo levanté, hice una especie de relincho, se lo di y seguí. Como a los 20 metros miré a ver qué había dejado atrás y el nene había tirado el caballo de vuelta. Quería jugar. (risas). Volví, le relinché una vez más y se lo tiré, me saqué los auriculares y le dije “la próxima le pedís a tu mamá” (risas), me engancho naturalmente.
¿La elección de hacer canciones por placer y no como medio de vida fue algo pensado?
Si, es como una medida protectora y por suerte tengo otra vocación. Cuando estoy trabajando con otras personas no tengo ninguna duda de para qué vine al mundo, pero no me es suficiente, preciso de la música, porque ahí es donde más me muestro y puedo exponerme con libertad, también cuando dibujo. Me gusta poder vivir de la psicología y que la música esté libre de todo eso, sería buenísimo que todos los artistas pudieran liberarse de ese peso.
Te tomaste tu tiempo para sacar un primer disco
Si, fue muy lento, pasé por muchos formatos y formaciones hasta que empecé a sentir la necesidad de sacar un disco, que las canciones estuvieran un poco más vestidas, estaban como esqueléticas, no las alimentaba, me empezaron a dar pena, tuve ganas de cuidarlas, de darles lo que se merecían y lleva un tiempo encontrar de qué manera hacerlo. Tuve un empuje de autoestima muy fuerte de un español que se llama Albert Pla, cuando vino le di un demo mío y se lo llevó. El seguía de gira por Latinoamérica, muchas horas de camioneta y ahí lo escuchó. Uno de los mejores martes de mi vida me llegó un mail suyo en el que me hablaba de cada una de mis canciones, me decía que me había ganado el premio revelación, que se lo había mostrado a sus amigos -¡que son salados músicos españoles también!- que lo escuchaban todo el tiempo, que las canciones eran “pegadizas que da miedo”, que las tarareaban todo el tiempo, fue increíble. Ahí me ofrecieron producirme un disco, pero no era el momento. Después Albert me invitó a escribir algunas letras.
¿Montevideo es tu lugar en el mundo?
Si, totalmente, soy como un árbol que hizo raíz acá y me cuesta mucho moverme, hasta viajar.
¿Y el “Montevideo Cruel” de la canción?
Esta es una ciudad re linda, pero que sufre. Cuando trabajaba en el Cerro, veía muchas necesidades pero también veía el cielo enorme, las madres tomando mate en la puerta de su casa, los niños jugando en la calle. Cuando entraba al centro de Montevideo veía el smog, autos por todos lados, estrés, rejas, niños que pasan todo el día solos porque sus padres trabajan, la inseguridad, el miedo, el cielo parcelado por los edificios. Entonces, cuando algo está quebrado en la sociedad, todos sufrimos. En esa canción me refiero a esa desilusión, de ahí también mi vocación, como de zurcir un poco todo eso.
¿Te imaginás haciendo canciones toda la vida?
Si, estoy completamente segura de eso.






El resultado final estará en la calle a mediados de octubre. “Volvé a jugar” es un disco que abre nuevos caminos en la música de este lugar. Tiene un poco de todo y no se parece a nada. Es bueno y lo mejor de todo es que parece no saberlo.
A la particularidad de su voz, se suma la potencia del formato canción, con melodías simples, muchas veces pegadizas, y un dream team de invitados que en el librillo del disco Martina llama “culpables”, a saber: Martín Buscaglia, Martín Morón, Martín, Andres y Nicolás Ibarburu, Garo Arakelián, Urbano Moraes, Ney Peraza, Fede Lima, Rubén Rada. “Con (Ruben) Rada fue increíble, estábamos en la puerta de Fun Fun, viene el Monte (Gustavo Montemurro), y me dice: “él quiere que lo invites a cantar una canción en tu disco”, señalando a Rada, que estaba ahí paradito mirando. Se me ensanchó el corazón, porque un tipo como él no tiene ninguna necesidad de participar en el primer disco de una chica que hace canciones y sin embargo ahí estaba, manifestando su interés. Así que así fue, terminó cantando casi todo un tema y después se colgó a tocar bongos en otro tema”, cuenta.
Por fin estas canciones suenan como se merecen y eso tiene mucho que ver con el trabajo de Gustavo Montemurro, que también delata un camino andando en el terreno de la producción, encontrando una personalidad sonora que permite el despliegue de todo el potencial de Martina y sus canciones, que han pasado hasta por formatos punk-rock y en “Volvé a jugar” encuentran una sonoridad fiel a su espíritu libre y juguetón, atrevido, diverso, caprichoso, genuino. Arreglos con intenciones low-fi que le sientan a la perfección a la autora, una especie de eterna niña, que sin dejar de tomárselo enserio, disfruta de jugar con la música.


*Publicado en La Diaria 9/10/09

viernes, 13 de noviembre de 2009

CENTENARIA

La feria de Tristán Narvaja cumple 100 años




Un hombre, sesentón, toquetea la rueda del dial de una pequeña radio amplificada que le pone música a una parte de la cuadra. El hombre es muy flaco. A pocos metros, una mujer contemporánea, está sentada en un sillón comiendo un sandwich helado, con la franja de frutilla de rabioso rosado. La mujer es gorda. Atrás, un auto viejo y descascarado, con las puertas abiertas, lleno de cajas, cajones, lonas plásticas y cuerdas.
Del auto se engancha un pequeño trailer de madera y adentro, sentadas con las piernas cruzadas, dos niñas no despegan la lengua de sus sandwiches helados y los ojos de sus XO.
En el puesto de enfrente, otro señor sesentón toquetea otros diales de otras radios demostrando su funcionamiento a un cliente atento. La charla entre ambos delata cierto vínculo. “Y después tengo esta, que se corre el dial horizontal, como todas, pero con esta otra perilla corre vertical ¡y está impecable mire la botonera que tiene!”, dice el vendedor describiendo su artículo con notable afecto. “Es una Grundig, de cuando se fabricaban en Alemania, ahora se hace todo en China”, arenga el cliente. “¡Y lo mejor de todo es que funciona!”, remata el feriante.
Como sucede casi todos los primeros domingos de mes, las calles de la feria Tristán Narvaja están repletas, incluso las de la periferia. Desde cualquiera de sus extremos -18 de Julio al Sur y La Paz al Norte- la vista de la calle que le da nombre a la feria o la de Gaboto, detiene la mirada. Los plátanos como marco de dos interminables hileras de toldos y carpas y gente como hormigas, suben, bajan, acarrean, todo se mueve, hay cosas por todos lados. Los feriantes suben el volumen de las carcajadas y los pregones a medida que se acerca la hora de cierre. El buen humor reinante, delata que ha sido un domingo de buenas ventas.
En esos detalles radica el irresistible cosquilleo de recorrer la feria, en saber que en el rincón menos esperado aparece algo que no era necesario hasta ese momento. En entregarse a esos asaltos. Situaciones, personajes, sonidos, objetos, lo que sea que suceda será lo suficientemente inaudito como para no permanecer indiferente.


ENCANTO DE FERIA

"Mi cuna fue el arrabal / y mi padrino, un poeta / gran tirador de mosqueta, / cuentero profesional."
-Enrique Cadícamo, “Villa Urquiza”

“¿Que número es?”, pregunta un señor con un champión en la mano. “Dicen que 40-41, eso dicen, pero si le interesa le confirmo o se lo prueba”, responde la feriante. El interesado le explica que es para su nieto, así que la vendedora cruza de puesto, donde otro feriante compara el calzado con otro: “si no es anda cerca, pero que se lo pruebe Juancito que calza 41”, sentencia. La vendedora sale a la búsqueda del pie 41 mientras el cliente muestra señales de agobio, está agitado, transpira y emana vapor de alcohol. Finalmente el champión calza en el pie 41, la vendedora sale en búsqueda del cliente-cenicienta, que ha desaparecido.
Alrededor de las 3 de la tarde la feria emprende la retirada. En una calle próxima al Palacio Peñarol, quedan sólo unos pocos puestos y un móvil policial a contramano asiste a una pareja de turistas brasileros. “Yo le dije que no quería jugar pero me sacó la plata de la mano”, explica en portuñol uno de los jóvenes que habían sido engatusados por los fraudulentos “mosqueteros” de la feria. La mosqueta es ese juego clandestino, ilegal, en el que un hombre con una mesa, unos vasitos y unas pelotitas (también puede hacerse con cartas o fichas), mediante movimientos rápidos engaña a los participantes que deberán adivinar dónde se esconde la pelotita. Entre los participantes y curiosos genuinos, se camuflan otros que además de simular participar y ganar para tentar a los demás, marcan a las posibles víctimas de un próximo arrebato. Los turistas están evidentemente asustados y se suben al móvil policial con el objetivo de buscar e identificar a los farsantes. Eso también es Tristán Narvaja, tierra de nadie donde la ausencia de reglas y controles hace de caldo de cultivo a todo tipo de transas.
Marcelo Marchese es el propietario de Babilonia libros, empezó con un metro de tablón que le cedieron en uno de los puestos de la calle Paysandú (una especie de librería al aire libre de más de 200 metros), terminó copando el puesto que luego de años le canjeó a un amigo por una canoa y se instaló en un local de Tristán Narvaja. Es profesor de historia, conoce la feria desde adentro y está realizando un documental que actualmente está en etapa de rodaje. La escena que lo motivó a hacerlo se repetía cada domingo mientras tuvo el puesto, su chata (uno de los medios de transporte de mercadería) era desarmable, con ruedas de rulemanes de unos 30 cm. de diámetro, la mejor de la feria, según su propietario. “Costaba moverla, me quedaba el cuerpo en ángulo de 90º, había que empujarla con el alma, por eso los changadores tienen ese cuerpo tan particular. La cuestión es que cuando aquella chata tomaba velocidad, lo complicado era pararla. Yo guardaba todo en una casona de 1880, que tenía piso de adoquines y una claraboya por donde entraba la luz de una manera muy particular, el escándalo de los rulemanes pegando en el adoquín, en esa casona, con esa luz, es una escena que siempre quise grabar”, confiesa Marcelo, que revive la travesía entre carcajadas. La idea del documental es mostrar ese contexto que rodea a la feria. “¿Cuánta gente está vinculada a ella realmente? La periferia ha crecido mucho, los puestos registrados son la minoría, regularlos sería difícil y se correría el riesgo de perder esa parte que aporta mucho del encanto a la feria actual, pero también es un dato sumamente necesario, porque realmente es una fuente de ingresos para muchos, otro tema interesante y desconocido es el movimiento de dinero, desde la mosqueta, hasta la reducción de mercadería y la venta de puestos”, detalla Marchese y agrega que “en la feria también hay arte, un ciego tocando el saxo, al lado alguien cantando una cumbia y más allá una cuerda de tambores, hay imágenes muy fuertes, cuando la feria termina vienen los que se llevan lo que queda, para alimentarse o alimentar a sus chanchos, el sonido del desarme, con el golpe de los caños es muy particular, cuando llueve, en cuestión de instantes todo se cubre de nylon, es mágico”.


POR MUCHOS MÁS

La feria Tristán Narvaja está cumpliendo 100 años de permanencia en su ubicación actual, desde el domingo 3 de Octubre de 1909. Su origen fue la feria dominical que empezó a funcionar en la Plaza Independencia el domingo 15 de abril de 1878 y que luego se trasladó a 18 de Julio. “A las diez de la mañana un rematador subastaba todos los productos no comercializados y existía una sección para que los propios agricultores que venían a ofrecer sus frutos pudieran comprar allí mismo los insumos que demandaba su tarea: semillas, granos, instrumentos de trabajo y hasta literatura agrícola”, describe Alfredo Vivalda en “La Feria Tristán Narvaja”, uno de los pocos libros sobre el tema, publicado por Arca en 1996.
“La feria de antaño era una verdadera feria de novedades. Naturalmente se vendía de todo, pero además existían atracciones en teatrillos o se hacían demostraciones de forzudos, se tiraba al blanco y se exhibían placas fotográficas estereoscópicas que la mayor parte de las veces eran de dudoso gusto”, detalla Vivalda.
Luego se trasladó a los alrededores de la Plaza Cagancha, primero en Queguay (que luego de 1915 se llamó Paraguay) y después a Ibicuy (hoy Rondeau). Funcionó también en el terreno baldío que hoy ocupa el Palacio Municipal y luego se dividió en dos. Una se instaló sobre la actual Libertador y la otra sobre Yaro, que luego cambió de nombre en ese tramo, por el actual de Tristán Narvaja.
A propósito del aniversario, la Junta Departamental organizó una exposición en la que podían verse algunas fotos de la feria en 1920. Decenas de señores con galera observando atónitos a un hombre elevado sobre una tarima exhibiendo una especie de serpiente pitón que se enrosca en su cuello. O los canillitas descalzos y de boina, con los diarios bajo el brazo, con esa especie de tizne de carbón en la cara que tienen todos en las fotos viejas. La Junta también comunicó al Ejecutivo Comunal su aspiración de gestionar ante los organismos pertinentes nombrar “Patrimonio Nacional” a la feria y en la Sesión Ordinaria del 16 de julio del corriente, el Deliberativo Departamental aprobó la colocación de una placa en la fachada de la Facultad de Psicología.
Con respecto a la declaratoria patrimonial, el Director de Desarrollo Económico de la IMM, Luis Polakov, y el funcionario de la Secretaría General del municipio, Alvaro Avarez, declararon que el expediente salió con el visto bueno de la Intendencia rumbo al Ministerio de Educación y Cultura, que finalmente evaluará la petición de declarar Patrimonio Nacional a la feria Tristán Narvaja, como así también la formación de una comisión de festejos del centenario.
Por su parte, desde el 3 de octubre (día del aniversario) y hasta el 27 de noviembre, en la sala 1 del Centro Municipal de Exposiciones Subte se exhibirá “Tiempo, señales y objetos”. La muestra reunirá obras de 10 artistas internacionales y locales,
también participarán los llamados productores espontáneos, “se trata de ciudadanos sin restricción, creadores no legitimados como artistas pero cada vez más presentes en la producción simbólica actual, que hacen llegar sus propuestas mediante diversos medios tecnológicos de comunicación masiva”, dijo Ana Knobel, Coordinadora y Asesora Artística del CME- SUBTE. El Centro tiene prevista para el 27 de noviembre además la publicación de “Tristán Narvaja 100 años”, un libro-catálogo de 150 páginas, con 100 imágenes actuales e históricas, testimonios, leyendas y datos célebres; como así también la edición de un mapa con infografía de zonas, rubros, historias, leyendas y personajes de la feria. Se imprimirán 10 mil desplegables de papel coteado a 4 tintas y se distribuirán gratuitamente. La iniciativa es de gran valor testimonial, teniendo en cuenta que no existen censos ni registros de la feria que informen sobre dimensiones, rubros y otras características, aunque se estima que actualmente ocupa entre 20 y 30 manzanas.
El Director de Promoción Económica de la IMM, Carlos Varela, informó que sólo los puestos de alimentos de la feria están regularizados, lo que implica aproximadamente un 10% de su totalidad. El resto se mantiene en situación de informalidad y se trata, en su mayoría, de los feriantes de la periferia, que por no tener una participación estable dificultan la regularización. La participación de los “periferiantes” ha crecido notablemente en los últimos años y muchas veces ese incremento es relacionado –aunque no hay datos que lo confirmen- con la crisis económica de 2002, cuando muchos vecinos de la feria decidieron vender algunas pertenencias en puestos improvisados en las veredas de sus casas. Varela manifestó la intención de regularizar la situación en el mediano plazo, aspirando a implementar un censo y la administración de los espacios en la totalidad de la feria hacia fines de este año y adelantó que “se está planificando un cambio en las estructuras y carpas de los puestos de alimentos, donde se prevé el uso de materiales más livianos y uniformes, que mejoren la apariencia de los puestos y las condiciones del armado y desarmado de los mismos, esperamos poder presentar el nuevo modelo de stand en el contexto de este aniversario”.

*Publicado en La Diaria el 29/09/09