martes, 29 de diciembre de 2009

LA PEDRERA

La Puerta del Pampero





*rambla de La Pedrera, balcón al mar.

Pasó de ser una costa brava que atrajo a italianos y vascos a ser un codiciado balneario super top. De la carreta a la 4x4, de la tranquera al embotellamiento y de lo intelectual a lo snob en cuestión de años. El progreso llegó a las puertas de La Pedrera, un pueblo que prosperó controlándolo.

Es la mañana de un sábado de mediados diciembre. Un grupo de perros enceguecidos, con la lengua afuera, pasa con marcha ágil tras el claro objetivo de una perra en celo.
Motos, bicicletas, peatones y en menor medida automóviles, irrumpen esporádicamente en la postal de una callecita que va desde la ruta 10 hasta el mar.
En el jardín de una casa un hombre poda las plantas. “¿Disculpe, busco una casa para alquilar en la primera quincena de enero, sabe de alguna?” Se para con movimientos lentos, sonríe levemente y frunce el ceño. “La verdad que no… ¡Es como sacarse la lotería más o menos!”, responde.
Hacia ambos lados hay obras en construcción. Paredes sin ventanas ni techo, montículos de arena y de canto rodado, carretillas que van y vienen, música cuyo sonido acartonado delata una pequeña radio como artefacto emisor. Un obrero cuelga de un andamio y un cigarro armado cuelga de su boca que tararea.
Así se prepara La Pedrera para una temporada que promete ser óptima. Si bien el balneario no necesita ningún augurio -porque ya lleva varias temporadas óptimas-, este año se pusieron en juego algunos factores que amenazaron con jaquear ese destino de lugar de veraneo en boga sin techo de crecimiento a la vista. Pero los rebotes de la crisis económica o la baja en el precio del dólar (que hace que para los argentinos todo cueste el doble, por ejemplo) no parecen haber influido negativamente en la temporada que se espera. En las 4 inmobiliarias locales quedan apenas un puñado de casas para alquilar en la primera quincena de enero, todo lo demás ya está reservado. Lo mismo sucede con los particulares: de diez consultas, sólo una tiene disponibilidad para el mismo periodo. Eso no es todo, la temporada parece adelantarse y en los primeros días de diciembre ya empiezan a llegar los primeros visitantes. Más que óptima, la situación parece estar alcanzando su clímax.

*el desplayado, una curva de 40 km de playas que llegan hasta el Cabo Polonio


GENETICAMENTE ATRAIDOS

A 228 kilómetros de Montevideo, yendo por la ruta Interbalnearia hasta el empalme con la ruta 9 hasta Rocha. Desde ahí la 15 hasta su intersección con la 10, que lleva finalmente a La Pedrera, uno de los balnearios más antiguos de Rocha. El departamento se creó (diferenciándose de Maldonado) el 7 de julio de 1880. En noviembre de 1898, Román Arrarte era el único propietario del campo que hoy ocupa La Pedrera y le encargó al agrimensor Adolfo Reis el primer loteo del terreno.
Como todavía sucede con lugares como Atlántica (20 km al norte, por la ruta 10), lo que hoy es La Pedrera antes era un campo, cercado con alambre y una tranquera en la entrada, aproximadamente donde hoy está la intersección de la calle principal con la ruta 10.
“El primer plano muestra 4 manzanas, dos frente al mar y otras dos detrás de éstas. Hacia el año 1910 habían levantado sus casas unas 10 familias todas ellas genéticamente atraídas por la bravura de la costa, ya que se trataba de italianos y vascos”, relata María Ferrer, una descendiente de los primeros pobladores autora del libro “La Pedrera. Vida y Milagros”
Hay que imaginar que por entonces no existían caminos, sólo algunos tramos con huellas o senderos y se viajaba en carretas, a campo traviesa. La estadía se extendía por 3 o 4 meses al año, por lo que además de trasladar a toda la familia, otro carruaje viajaba con las provisiones: desde pollos y gallinas, hasta colchones, sin olvidar el gramófono que musicalizaría las veladas de baile y tertulia. Todo eso a principios del siglo XX, en un pequeño caserío sobre el mar, en el umbral de entrada del Pampero.
Recién en 1917 las condiciones de transporte mejoraron un poco, cuando al tramo en barco desde Montevideo, se sumó el ferrocarril que unió La Paloma con Rocha y en 1928 se completó el tramo hasta la capital del país.
Muchas cosas de aquellos primeros tiempos se mantienen casi intactas en La Pedrera actual. “La casa de piedra” fue la primera en construirse y sus restos se conservan por pedido de un vecino, conviviendo con una construcción llamativamente moderna, doblando a la izquierda de la principal, por la rambla, antes de llegar a la bajada que lleva a la playa norte, más conocida como “El Desplayado”.
Algo similar sucede con muchas de las casas bien conservadas pero añejas, que conforman un auténtico casco histórico. Paredes anchas, techos a 4 aguas o de líneas rectas al estilo colonial, algunas con elementos rescatados de los numerosos naufragios que hubo en esas costas.
El más recordado es el del atunero chino “Katay”, que encalló el 14 de octubre de 1977 y sus restos todavía resisten a la voracidad de la sal en la que desde entonces se conoce como “la playa del barco”.
Tanto está el pasado impreso en esas costas, que en la milenaria formación rocosa que le da al balneario su privilegiada forma de balcón al mar, algunas zonas conservan como nombre el de las familias que allí se bañaban, como el “Pozo de Muzio”, “Las canaletas de doña Avelina” o “La piedra de los Rocca” (también conocida como “el asiento”). Es llamativo ver cómo los lugareños siguen bajando a darse baños en esas verdaderas piscinas naturales entre las rocas, un tesoro que los turistas parecen no haber encontrado aún.




*casas del casco antiguo.





Luna del frente





NO PROGRESES MÁS

El tema del progreso también es histórico en La Pedrera. Ya en 1950 los aldeanos evitaron la iniciativa del Diputado por Rocha José León Lezama, de hacer llegar las vías del ferrocarril hasta el balneario.
“Ay/el pasto de tu rambla/queremos conserves/por siempre jamás/sin nombre en tus calles/te siento más mía/Pedrera querida/No progreses más”, rezaba el estribillo de una serenata que los vecinos dieron frente a los bungalows del Coronel Montero, un argentino que además era el responsable de la primera boite del lugar, todo en los terrenos donde hoy está el camping. “Montero proyectaba quitar el pasto de la rambla y sustituirlo por veredas de piedra o similar, como contribución al mejoramiento de la urbanización”, recuerda Ferrer en su libro.
Algo de esa actitud de “progreso controlado” puede verse en circunstancias más actuales como las de la temporada 2007, cuando se trasladaron los boliches bailables a La Aguada (6 Km con rumbo a La Paloma) y se renovó la iluminación pública de la rambla, con pintorescos faroles y cableado subterráneo, priorizando una despejada vista del imponente paisaje. Sin embargo, aún no existe una reglamentación que impida pintar la fachada de un local comercial de furiosos violeta y naranja, irrumpiendo en los históricos tonos pasteles de la rambla.
A pocos pasos, un punto ineludible de La Pedrera (sobre todo en las noches de luna llena) es el “Costa Brava”, que deleita desde hace más dos décadas a los comensales, con una de las más prestigiosas cocinas de pescados y mariscos de la costa rochense.
A un par de casas de distancia, siguiendo hacia la principal por la rambla, donde hoy se ubica una de las propiedades en venta más caras del balneario, “Luna de frente” (U$S 1.200.000), en 1937 había una cancha de bochas.
“No voy a caer en el cliché de que todo tiempo pasado fue mejor, pero en algunos aspectos es cierto, un ejemplo es el carnaval, que empezó en 1999 con un grupo de personas que quisieron hacer un pequeño desfile con disfraces, carruajes, cabezudos y unos pocos tambores. Durante los primeros años fue muy divertido ver cómo la gente del lugar se las ingeniaba para disfrazarse, componer canciones, etc. Pero en el último carnaval la bomba estalló, cayeron mas de 10 mil turistas para el desfile, sin un fin lúdico sino como una versión de “Wild on… La Pedrera”, conjetura Estanislao Fuster (38), un rosarino más conocido como “Lao”, que llegó a La Pedrera en 1994 por primera vez y desde entonces ha veraneado sin falta en el lugar.
Con una cuota extra de snobismo, el carnaval pedrerense no deja de ser una celebración disfrutable, como la genuina fiesta popular a orillas del mar que es. Este año será del 13 al 17 de febrero, con desfile el lunes 15. “No tiene espectadores, ni organizadores, ni concursos. Es un carnaval gitano donde todo vale, menos quedarse quieto y aburrirse. Si vas a estar aquí, unite a una comparsa o mejor aún: inventa una”, recomienda el completo site del lugar lapedrera.com.uy.
“Los cambios positivos son muchos, si dejamos de lado la nostalgia de La Pedrera como un lugar para pocos donde uno se sentía dueño de toda la playa, el pueblo ha evolucionado para bien. Brinda uno de los mejores servicios gastronómicos de la zona, buenos bares para ir a tomar algo, actividades para niños, recitales, algo de teatro y cine. Una de las cosas que me atrajeron de este lugar fue ese entorno social pequeño y maleable, donde de a poco pude ir volcando mis ganas de hacer cosas”, agrega Lao, que lleva años haciendo cosas (entre ellas un mítico programa de radio) y obtuvo la concesión del club para esta temporada.
El Club Social y Deportivo La Pedrera se inauguró en 1956 y los socios “se ocuparon de equiparlo llegando a tener vajilla de té para 70 personas, mesas y sillas para casi 200, manteles blancos, cubiertos y demás enseres, equipo de música, juegos de mesa, cafetera y elementos de utilería para las múltiples funciones a beneficio de la institución”, relata Maria Ferrer. Se trata de otras costumbres históricas que se mantienen, las tardecitas con actividades infantiles en el espacio exterior, los bailes, los disfraces, el punto de encuentro, la reunión. “Recuerdo la velada del verano de 1958 (…) creo que no podría olvidar que fui una india de bombachón de raso verde adornado profusamente con plumas de gallina bataraza”, recuerda Ferrer, describiendo una escena que continúa presente. Como el intacto encanto de la capilla del pueblo, inaugurada en 1942.
La Pedrera ha visto llegar el progreso sin perder el aura de pequeña aldea marítima con onda. El pueblo empieza a mostrar sus límites y se extiende hacia revalorados balnearios satelitales como San Sebastián, Arachania, Punta Rubia, Santa Isabel o San Antonio. A cierta intelectualidad que se mantuvo desde los comienzos se le ha sumado un aire snob, veranear en el lugar amenaza con volverse inaccesible para muchos (los alquileres van desde los US$ 60 a los US$ 400 por día) y el confort le ha ganado terreno a la naturaleza; salvo en contadas excepciones, ha sido casi sin ostentación, sin venderle el alma al... turismo.

la iglesia



la playa del barco

INEVITABLES

*Sobre la principal, a media cuadra del club hacia la rambla, “La Popi” ofrece los mejores helados uruguayos (el dulce de leche Popi es irresistible). Después de deleitarse no olvide sugerir que se haga justicia y Popi abra -¡de una vez por todas!- un par de locales en Montevideo.
* “El valle de la luna” aparece a escasos metros de la línea costera, caminando menos de un kilómetro por el “El desplayado” con rumbo a Punta Rubia, Santa Isabel, San Antonio. Se trata de unos barrancos arcillosos con extrañas arrugas formadas por años de erosión y de fantástico aspecto lunar.
*Si la estadía es entre el 8 y el 10 de enero, La Pedrera Short Film Festival ofrece la tentadora opción de ver cine en el club.


NÚMEROS

-La disponibilidad de alojamiento para enero está colmada en un 95% (*)
-El alquiler promedio de una de tres dormitorios, dos baños, bien ubicada (cerca del mar o en el Bosque con mucho verde) es de U$S 2500-3000 la quincena, o sea entre U$S 150-200 por día. (*)
-Los precios de venta de las casas oscila entre los US$ 60.000 y los US$ 400.000, con excepciones como “Luna de Frente”, una casona construida hace unos 15 años sobre los restos de un viejo casco de estancia, respetando las molduras y el estilo de la construcción original, cuyo valor de venta asciende a US$ 1.200.000 (*)
-Si las vacaciones son económicas, el camping de Punta Rubia ofrece encantadores rinconcitos rodeados de un monte indígena con numerosos ejemplares de la flora y la fauna autóctonas. Tiene 3 sectores: familias, jóvenes y mascotas, y sale entre $170 y $195 pesos por persona, por día.

(*) Datos proporcionados por Olivia Arrospide, de Inmobiliaria “La Pedrera"


*Publicado en la diaria el martes 29 de diciembre de 2009.



Fico fue a la montaña
Juana con su padre van hasta la orilla
despliega su abanico
una música urbana
grabada en el pulmón de la manzana

redoblen los timbales
aventuras para toda la familia
cuervo de los maizales
reina de la vendimia
el mar siempre traerá memorabilias

hoy desperté en un lugar
donde jamás estuve
nuevamente
mi corazón indómito
como una halcón
descansó
en tu arte
y al girar su dimer
el atardecer
...

hoy desperté y era un lugar
donde jamás estuve
como siempre
esta canción es para mi
es ideal
para ir
sin pisar
gira ya tu dimer
amanece
...


*Martín Buscaglia. "Fico fue a la montaña"(Temporada de conejos)
La letra está tocada de oído, puede tener errores... se aceptan aportes.



ay
hasta la luz de la luna sabe que
sólo hay arena bajo el mar
y no sé si desnudarme o respirar
hace frío en el sol y me puedo caer

ay
hasta las flores del patio saben que
no me voy sin antes descifrar
la canción una y mil veces sin llegar
cuando todo era azul nos pusimos de pie

nadie me ve
sólo soy aire que viene y que va
en el medio una flor se deshoja de mí
pude cantar, pude llorar y reír
no levantes la voz
nadie me ve, nadie me puede tocar

ay
hasta la brisa en tu pelo sabe que
soy tan frágil que un beso chiquito
me puede despertar
me olvidé de casi todo y es mejor
no saber que hay detrás
para poder seguir

nadie me ve
sólo soy aire que viene y que va
en el medio una flor se deshoja de mí
pude cantar, pude llorar y reír
no levantes la voz
nadie me ve, nadie me puede tocar

*juanito el cantor, "bolero"



lunes, 21 de diciembre de 2009

PUEBLO BLANCO

*Figari


En febrero comenzarán las obras del proyecto “Muralla abierta”, ganador del Premio Santiago de Compostela de Cooperación Urbana, que aportará 180 mil euros de los 215 mil que se necesitan para costear la totalidad de esta iniciativa. Los arquitectos Ulises Torrado y Marcelo Bednarik diseñaron la infraestructura del centro cultural, que ofrecerá entre otras cosas, academias y espectáculos de arte urbano y una novedosa propuesta de reconstrucción virtual a cargo del arquitecto Marcelo Payssé.


“Imaginaba la Ciudadela como un edificio monumental, pero al estar metido dentro de una especie de foso, semihundido, prácticamente no asomaba sobre el terreno. Probablemente fuera una razón estratégica, pero era algo que no imaginaba hasta que lo vi. No quedaron registros de ese tipo de cosas, no hay otra forma de mostrarlo o de verlo que no sea haciendo una reconstrucción virtual”, dice el arquitecto Marcelo Payssé, director del Departamento de Informática de la Facultad de Arquitectura.
Payssé ha dirigido varios proyectos de reconstrucción virtual como los de la ciudad de Colonia, el Viejo Mercado de Montevideo (antigua Ciudadela) y la ciudad colonial que, reuniendo fotos, pinturas, grabados, libros, crónicas, mapas, planos, entrevistas, etc., constituyen una de las fuentes de información más confiables, completas y realistas del pasado colonial. Realistas porque el objetivo final de toda esa información recolectada, son las recreaciones virtuales en las que es posible contemplar un aproximadísimo aspecto de las cosas en determinado momento histórico.
En el proyecto “La muy fiel y reconquistadora ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo (Virtual)”, 1741 es señalado como el año de inicio de la construcción de la Ciudadela, sobre un proyecto de Diego Cardoso y se terminó de construir 4 décadas más tarde, casi el mismo tiempo que tardó en empezar a demolerse, en 1833.
Construido sobre una superficie de 150m de lado, con muros de 10m de altura y 6m de espesor, el fuerte ocupaba la mitad oeste de la actual Plaza Independencia. Era una construcción cuadrada con cuatro baluartes de aspecto romboidal en cada uno de sus extremos y una capilla centrada sobre el lado este, aproximadamente a la altura del actual monumento a José Artigas. “La entrada se orientaba hacia la ciudad, casi al centro del eje de la actual calle Sarandí, dándole acceso una hermosa puerta, con su rastrillo y correspondiente puente levadizo. Sobre el alto arco, lucía el escudo español, en relieve de piedra. En su interior había una amplia plaza de armas limitada por una severa galería porticada y disponía de numerosos alojamientos”, describe Horacio Arredondo en Civilización del Uruguay (El Siglo Ilustrado, 1951).
El perímetro fortificado iba desde el Cubo del Norte (25 de Mayo y Bartolomé Mitre), la Batería de San Pascual (Cerrito y Bartolomé Mitre), el Portón de San Pedro (25 de Mayo y Barlomé Mitre), la Ciudadela (mitad oeste de Plaza Independencia), la Batería de San Sebastián (Buenos Aires), el Parque de Artillería (Reconquista y Brecha), Portón de San Juan (Camacuá y Brecha), Cubo del Sur (Treinta y Tres y Rambla), Batería de San Juan, Batería de San Rafael, Batería de Santo Tomás, Batería de San Joaquín, Batería del Carmen, Batería de San Carlos, Fuerte de San José, Batería de San Francisco, Batería del Muelle, y las Bóvedas (Rambla 25 de Agosto y Juan Carlos Gómez).
El acceso a la ciudad amurallada era mediante sus dos portones: el de San Juan (Camacuá y Brecha) por el que ingresaba el tráfico de campaña y el de San Pedro (entre la Ciudadela y el Cubo del Norte, aproximadamente en el actual cruce de 25 de mayo y Bartolomé Mitre), donde transitaban los aguateros y vecinos. Un tiro de cañón anunciaba la apertura de los portones al amanecer y otro el cierre al anochecer, recién al final del período colonial empezaron a estar abiertos de manera permanente.
Muralla adentro, entre 1724 y 1730 se establecieron las primeras construcciones civiles de la ciudad, entre 50 y 60 toldos de cuero y no más de 3 o 4 casas de material, pertenecientes a los primeros pobladores de Buenos Aires. Luego de ese período comenzó a desarrollarse otro tipo de construcción: “un conjunto de dos o tres ranchos con funciones diferenciadas: cocina, vivienda, caballeriza y depósito de enseres. Estos ranchos (aproximadamente 100) eran construidos de paredes de adobe, muy rara vez de piedra (reservada a las construcciones militares), techo de paja, cuero y muy pocas de teja”, escribió Mabel Seré en Ciudad Vieja 1724 - 1829. San Felipe y Santiago de Montevideo (Instituto de Historia de la Arquitectura, 1984).
Entre 1730 y 1780 las viviendas eran de un solo piso, con paredes de piedra o ladrillo, techo de teja con caída hacia la calle. Se tendía a construir en la totalidad del perímetro, la alineación frontal empezaba a señalar la vereda y la calle, y las huertas sobre el fondo de los terrenos ocupaban el centro de la manzana.
Hacia 1787 la mayoría de las casas tenían azotea, y coincidentemente con la ocupación portuguesa, se incorporó la doble planta y el mirador, “elementos indispensables en las clases acomodadas”, afirmó Mabel Seré y agregó que “las viviendas encaladas dan la imagen de pueblo blanco”.
Se calcula que por entonces la ciudad contaba con 1500 casas y cuartos de alquiler, y 400 más allá de los muros. La cantidad de habitantes en 1780 era de 4600. Por esos años también se construyeron los primeros edificios de carácter recreativo, una plaza de toros ubicada en la manzana de Guaraní, Maciel, Sarandí y Rincón; y la Casa de Comedias, el primer teatro de la ciudad en la manzana del Palacio Taranco, sobre 1º de Mayo.
Hacia fines del S XVIII el Cabildo implementó el alumbrado de las calles más transitadas, mediante tres faroles a vela por cuadra. También se estableció la recolección de residuos, que antes se juntaban y quemaban en las esquinas.
Uno de los paseos predilectos de la época se llamaba El Recinto, en el espacio comprendido entre las bóvedas hasta el Cubo del Sur, sobre la ribera, entre la muralla y la población con frente al mar. “Los domingos era una romería aquel paseo, hasta irse a encontrar con los candombes en la costa del sur, por la batería de San Rafael hasta el Cubo del Sur. La costa sur era el lugar de los candombes vale decir, la cancha o el estrado de la raza negra, para sus bailes al aire libre”, detalla el trabajo de reconstrucción virtual dirigido por Payssé. “Otro dato llamativo que surgió es cómo ha cambiado el dibujo de la costa, ahora se ven las curvas perfectas de la rambla, pero antes era mucho más irregular, la zona de la actual Playa del Gas no era tan suavemente ondulada como el resto de la ciudad, había más bien una especie de acantilados, de escalonamiento rocoso”, agrega el arquitecto.
Más allá de la muralla estaba el foso, una zanja (en este caso seca) que generaba luego el desnivel de la contraescarpa, otro muro paralelo a la muralla que imposibilitaba el acercamiento a la fortificación.
Más allá, no más de 4 o 5 caminos se dibujaban en el descampado. Dos salían del Portón de San Pedro, uno iba a La Aguada y el otro bordeaba la Ciudadela hasta el Portón de San Juan. Desde ahí salían otros dos: el de la costa, que bordeaba la ribera hasta la actual Playa Ramírez y el de Maldonado, coincidente con la Avenida 18 de Julio. Entre este último y el de La Aguada, existía un quinto camino que correspondería a la actual Av. Gral Flores.


*el decreto

MURALLA ABIERTA

El 24 de septiembre de 1829 Fructuoso Rivera firmó el decreto de demolición de las fortificaciones. Se comenzó en las inmediaciones del Portón de San Pedro y además de varios tramos de muralla, se destruyeron los baluartes de la Ciudadela y se perforó la capilla para facilitar la conexión con extramuros, manteniéndose el cuerpo principal del fuerte, que funcionó como mercado público hasta 1877 cuando desapareció completamente.
“Las ciudades van creciendo y los terrenos naturalmente van subiendo, si se hace un corte de una ciudad vieja, se ven las diferentes etapas, van quedando como estratos. Donde está la Plaza España, cerca del Cubo del Sur, el terreno está 6 metros arriba del original”, explica Marcelo Payssé frente a la evidencia de lo que se conserva de aquellos tiempos es muy poco y está muy parcializado.
La puerta de la Ciudadela, después haber estado algunos años montada en uno de los accesos de la UTU, sobre la calle Gonzalo Ramírez, hoy es una de las pocas piezas fundamentales que permanece –casi en su lugar original solo que un poco rotada- de aquella época. También se mantiene (reconstruido) el Cubo del Sur, enfrente al actual Templo Inglés, y sobre la Rambla 25 de Agosto a la altura de Juan Carlos Gómez existen 2 de las 34 bóvedas construidas en 1794. Se trataba de robustas estructuras de unos 14m de largo, por 5 m de ancho y 4m de alto, a prueba de bombas, usadas como depósitos y refugios, y en las que hoy funcionan un café y una galería de exposiciones.
Muy cerquita, en la esquina de Piedras y Bartolomé Mitre permanece en pie el tramo más largo y visible de muralla, unos 60 m de muro original, a los que se le suman algunos metros de contraescarpa y otros elementos de similar valor, como un sector de adoquinado artesanal original o la roca madre aflorando en parte del suelo del lugar. El predio es de unos 2600m2 y el Banco de Seguros del Estado lo cedió en comodato por 20 años a la Intendencia Municipal. Allí se desarrollará el proyecto “Muralla abierta”, que obtuvo en el pasado mes de noviembre el Premio Santiago de Compostela de Cooperación Urbana, que aportará 180 mil euros de los 215 mil que costará el proyecto en su totalidad.
“Talleres de producción y enseñanza de títeres, danzas contemporáneas y vinculadas a la cultura afrodescendiente, circos urbanos, librerías-boutique y servicios varios se suman al predio de la plaza, cubierto con chapas de zinc, que será el espacio central de la intervención para actividades públicas”, detalla la memoria del proyecto.
“Son actividades culturales que no tienen lugares físicos donde desarrollarse y por otro lado, para la población también es importante tener un lugar donde ver este tipo de expresiones en una forma organizada, no libretada, pero sí coordinada, como una especie de hoja de ruta de hacia dónde va la expresión de la cultura. Para nosotros como arquitectos eso es espectacular”, afirmó el arquitecto municipal Ulises Torrado, creador del proyecto que ganó el premio junto al arquitecto Marcelo Bednarik. “La muralla está recortada arriba, se fue usando como cimiento de los edificios que se fueron construyendo arriba, un crimen y una casualidad que esto continúe en pie, este tramo de muralla es fundamental, esperamos poder empezar las obras en febrero de 2010 y terminarlas alrededor de junio”, afirmó Bednarik.
En el contexto de “Muralla Abierta” (proyecto bautizado por Mario Delgado Aparaín) el equipo de reconstrucciones virtuales dirigido por el arquitecto Marcelo Payssé planea la instalación de estaciones de realidad aumentada, que según Wikipedia, implica un conjunto de dispositivos que añaden información virtual a la información física ya existente. Esta es la principal diferencia con la realidad virtual, puesto que no sustituye la realidad física, sino que sobreimprime los datos informáticos al mundo real.




AL PIE DE LA MURALLA

En Bartolomé Mitre 1464 es posible contemplar otro tramo de muralla. El predio donde actualmente funciona el Espacio Cultural “Al pie de la Muralla” fue adquirido por la distribuidora de diarios y revistas Careaga en 2002. La particularidad del inmueble era un subsuelo con dos locales separados por una gruesa pared y con una comunicación entre ellos, que evidenciaban una edad muy avanzada, quizás de fines del siglo XIX o principios del XX. En el lugar había funcionado un depósito de la firma Trabucatti y más adelante, una fábrica de anilinas, destino que provocó un intenso deterioro y la sustitución de parte de la estructura. La sorpresa surgió al picar el revoque (que en algunas zonas superaban los 10 cm) y descubrir parte de la antigua muralla, apoyada sobre el cristalino del terreno natural.
*Nota publicada en la diaria el 15 de diciembre de 2009.

sábado, 28 de noviembre de 2009



ey, a dónde querés llegar
ey, cómo la querés vivir
ey, lo que ahora no valorás
después ya no va a existir

ey, qué es lo que oís cuando hablás
ey, sentí como respirás
ey, lo tuyo debe valer más de lo que vos pensás
y así, sin más, soñás

*respira- sebastián teysera.




*link al video del tema. enjoy.

viernes, 27 de noviembre de 2009

UNDERGROUND

"Me contaron que bajo el asfalto/existe un mundo distinto/con gente que nunca vio el sol/y no conoce los ruidos
-Horacio Fontova
*Lo más negro que hay.... un túnel del Cementerio Central

Andrés Barrera camina por la Ciudad Vieja y a su paso va haciendo apuntes que delatan que se siente como pez en el agua. La cita es en el quiosco de la plaza Independencia, ubicado frente a la puerta de la Ciudadela. “soy el encargado de su mantenimiento, lo declararon bien patrimonial”, acota. En la puerta de la Ciudadela detiene su marcha, “en la última restauración la unión de los bloques de piedra fue reforzada con masilla plástica, de muy baja durabilidad”, explica este investigador amateur, experto conocedor de construcciones coloniales subterráneas desde hace 15 años. Ya por Sarandí, su dedo índice se dirige hacia la parte baja de la pared lateral del Cabildo, donde puede divisarse, entre las piernas de los artesanos, una abertura con reja de hierro al nivel de la vereda, “esa es una ventilación del túnel del Cabildo”, explica sin detener su paso.
El destino final de la caminata es la librería Linardi y Risso, en Juan Carlos Gómez
1435, donde Andrés Linardi oficia de guía, atravesando el local y luego el sector administrativo hasta descender por una escalera.
A la altura del último escalón, una pequeña abertura da paso a una especie de cámara o bóveda de unos 3 metros de lado a la se accede, no sin antes colocar algunas baldosas que faciliten el paso sin pisar un pequeño charco de agua. Si bien las paredes han sido revocadas, el aspecto arqueado del techo da indicios de su antigüedad y dos aberturas con orientación Este y Oeste desembocan a dos túneles que luego de recorrer escasos 3 o 4 metros, están tapiados, como la mayoría de las galerías subterráneas de la ciudad, que fueron selladas en la década del 80 por razones de seguridad y filtraciones de agua.
En la manzana que limitan las calles Juan Carlos Gómez, Ituzaingó, Rincón y 25 de Mayo se encontraba el edificio de la Compañía de Jesús, sede montevideana de la congregación Jesuita, de la que aún pueden verse vestigios de su construcción en el restaurante “La silenciosa” y con la que seguramente se vinculaban los túneles de la propiedad donde se estableció Linardi y Risso en 1940, antigua vivienda de Nicolás Barrales, primer vicario de la ciudad en 1738.


*Boca de un túnel del Cementerio Central


TÚNEL ABIERTO

La restauración y habilitación del túnel del Cabildo es uno de los proyectos que tiene el arquitecto Gustavo Aller, designado Gestor del Desarrollo Patrimonial en el pasado mes de julio. “La idea surgió durante la grabación de un informe para History Channel en el túnel del Cabildo, ese día las calles de la Ciudad Vieja estaban siendo visitadas por un grupo bastante numeroso de turistas que habían llegado en un crucero y se me ocurrió que la visita a ese túnel, acompañada de guías especialmente formados, merchandising y otras actividades asociadas, indudablemente podían resultar un gran atractivo turístico”, recordó Aller y agregó que “el emprendimiento aún está en etapa inicial y hasta el momento es sólo una idea que pretendemos desarrollar, por lo que aún no podemos estimar los tiempos de su implementación”.
Con respecto al resto de los túneles y galerías montevideanas, el arquitecto declaró que no existe un inventario formal, “son casi leyendas urbanas, sólo existen registros informales de su existencia, además, en la mayoría de los casos fueron destruidos o interrumpidos por construcciones posteriores”.
Ese mundo subterráneo de leyendas –y también certezas- cautivó a Andrés Barrera cuando tenía 9 años. “Miraba La Revista Estelar, el programa de canal 10 que conducía Humberto de Vargas –una especie de Don Francisco uruguayo- y mostraron imágenes de los túneles del Solís que me quedaron grabadas en la memoria. Pensé que algún día los conocería y así fue, 15 años más tarde finalmente pude acceder a esas galerías, que ya no existen más”, relata Barrera, que logró acceder y registrar 74 metros de túneles. “Estaban impecables, secos, recubiertos por una layota francesa que absorbía la humedad, generaban un hongo que absorbía los olores también, todo muy rústico, original”, describe el investigador. También se presume que en el área Oeste del Solís, sobre la calle Bartolomé Mitre, aún se conservarían los restos de la Fuente de Viana o de Cardozo, antiguo manantial de agua que abastecía a la ciudad. En 1955, el arquitecto Carlos Pérez Montero encontró lo que serían los restos de la fuente, cubiertos por dos bóvedas protegidas por muros de piedra de 70 cm de espesor.
“En la zona de la Plaza Independencia, debajo de los 40 centímetros de hormigón, los cimientos de la Ciudadela están intactos”, asegura Barrera sentado en un banco de la Plaza Matriz, sin dejar de hablar ni de mirar hacia la fuente central. “Se está hundiendo, en cualquier momento se va ir todo para abajo, antes no dejaban caminar por ahí, había un cerco”, detalla. Andrés se para y se dirige hacia una tapa de metal contigua a la fuente, al ras de la superficie. Su intención es abrirla, pero tiene un candado. Sin embargo, en un capítulo del programa Cámara Testigo emitido el pasado mes de octubre por Canal12, Barrera guió al conductor hasta el interior de esa gran cámara.
“Independientemente del saneamiento, la utilidad de los túneles estaba relacionada a objetivos militares como escapes, traslados o refugios ocultos –desde la fundación hasta la Independencia- y luego para reuniones clandestinas y contrabando”, relata el investigador, que a menudo recibe llamados de gente que descubre construcciones subterráneas. “Muchas veces se confunden los túneles con los cimientos de las antiguas casas, que se construían con esa forma de arcada, porque era más resistente. Es lo que se puede apreciar en Intramuros Underbar (Convención 1241), una construcción de 1870 donde vivió Lorenzo de La Torre, el aljibe está abierto, están los cimientos y hay paredes tapiadas, ahí se pueden ver ese tipo de bóvedas y arcadas”, informa.
Uno de esos llamados lo condujo al descubrimiento de una bóveda en una casa en las inmediaciones de Washington y Sarandí, donde antiguamente había una plaza de toros y ahora funciona una institución de enseñanza privada. La construcción es similar a la que encontró bajo “La Giralda”, el café donde se tocó por primera vez “La Cumparsita”, que fue demolido para construir el Palacio Salvo.


*Antiguo muro del Cementerio Central con dos bocas de túneles.


LA BUENA ESTRELLA

“La puerta principal está situada dentro del Astillero de la Administración Nacional del Puerto. Uno de los capataces del Astillero recorrió atado a una cuerda, una extensión de 500 a 600 metros, regresando sin encontrar el final, por la oscuridad y el mal olor”, relata un documento escrito en 1929 y conservado en la Comisión del Patrimonio.
Si bien no hay inventarios ni mapas oficiales que los registren formalmente, la lógica
indica que los edificios más importantes de la época colonial estaban conectados bajo tierra. El Cabildo, la Catedral, el actual Ministerio de Transporte y Obras Públicas (ex Compañía de Jesús), la Plaza Independencia (ex Ciudadela), la Plaza Zabala (ex Fuerte del Gobernador) y el Ministerio de Relaciones Exteriores (Palacio Santos) son algunos.
Pero no solo en la Ciudad Vieja es posible imaginar otro mundo bajo el asfalto, “donde haya construcciones coloniales seguramente habrá algo a nivel subterráneo, en Buceo y en el Cerrito de la Victoria se han encontrado algunos polvorines (depósitos de pólvora)”, asegura Barrera.
Algo similar sucede en los barrios Sur y Palermo, más precisamente en el Cementerio Central y sus alrededores, donde se ubica la mítica historia del tesoro de las hermanas Masilotti. En el área del cementerio más próxima al mar, sobre el penúltimo paredón, aún hoy se conservan dos aberturas con forma de arco y reja de hierro por las que anteriormente salían cañones y hoy acumulan agua.
Washington Inzúa es el Capatáz General del Cementerio Central, 30 años de oficio sepulturero lo han convertido en un experto del mundo subterráneo. “Existen túneles de la época colonial que atraviesan el cementerio, llegan hasta el mar y suben hacia Gonzalo Ramírez, pero fueron sellados porque al subir la marea inundaba el Panteón Nacional y otras sepulturas”, describe.
Mientras asegura que el camposanto es como el patio de su casa, Washington se dirige hacia uno de los laterales del Panteón Nacional. Levanta una tapa de hormigón
y el panorama es impactante: dos metros hacia abajo, es posible contemplar el tramo de un túnel en perfecto estado de conservación. “En este lugar se buscó el famoso tesoro de las Massilotti, allá por 1950, había más espectadores y más prensa que en un clásico de fútbol, pero nunca se encontró nada.
“En la esquina de Ejido y Gonzalo Ramírez había un bar y su dueño, un gallego que usaba los túneles de la casa para conservar las bebidas más finas, especulaba con encontrar el tesoro”, relata Inzúa y agrega que “una de las hipótesis más certeras es la que establece que fue el propietario de Strauch el que lo encontró, porque estos túneles pasan por debajo de la fábrica –ubicada enfrente al cementerio-. Se comenta que el dueño y su hermano joyero viajaron a España con el tesoro, y a su regreso, rebautizaron la fábrica con el nombre de La Buena Estrella, pero son todas leyendas”.


*la muerte con vista al mar, Cementerio Central


-Publicado en la diaria el martes 24 de noviembre de 2010

JAMAS LEI A ONETTI

*Onetti estampado en la farola moderna del Teatro Solís.


http://www.youtube.com/watch?v=_FWFQPi7FgE

*link al teaser de "Jamás leí a Onetti", un documental sobre el escritor que promete.

viernes, 20 de noviembre de 2009


"Las fuentes de sonido eran escasas y casi todas naturales: el hombre, los animales, el agua, el viento y las tormentas. Sólo los carros y carretas con sus golpes sobre alguna calle empedrada escapaban a esta regla. Pero en realidad lo que volvía fino y alerta el oído era su experiencia del silencio"


*José Pedro Barrán, Historia de la sensibilidad en el Uruguay (Banda Oriental, 1989)

domingo, 15 de noviembre de 2009

ADVENTURE LAND





"parece una peli sosa pero tiene un mensaje muy interesante"
-dijo el videoclub de mi barrio.

"todos los cambios, hasta los más deseados, vienen con su melancolía, pues lo que dejamos atrás es parte de nosotros mismos. Debemos morir a una vida antes de poder entrar en otra",
-dijo Fabio, que dijo una revista, que dijo Anatole France (Premio Nobel 1921) a propósito de la peli, cuestionando su final feliz.

ANTES Y DESPUÉS

las cosas tienen movimiento






la ventana gris
se volvió verde
cuando caía
la última gota
de mi









parece invierno
parece frío
pero todo está verde
y tibio
parece tango
pero es cabrera
parece adiós
pero es llegada
parece el último día
pero es uno más
parece final
pero está a punto
de empezar

PARRAL


*parra con flash, primeros experimentos del curso de fotografía.

PENSAMIENTO DE CARACOL



MONTEVIDEO SUR


*el bar de jesús

CRECE DESDE EL PIE

*le voy a mandar una carta al viento, para contarle que estoy contento...


*cordones desatados, rodillas con tierra, pañales y trompita de maria.


*maria con sueño


VENTANITA



*domingo con lluvia en un club de malvín.

sábado, 14 de noviembre de 2009

FRENTE

*encuestas

FELINOS


Una vez leí por ahí algo de Cortázar que me gustó:
"un escritor con ojos de gato y un gato con ojos de escritor"




















*cleo y franca, los gatos de casa

VOLVÉ A JUGAR

El primer disco de Martina Gadea


Las canciones vienen, bajan como por arte de magia. Caminando por la calle, por ejemplo, empieza a tararear una melodía durante horas, muchas, 4 quizás. Hasta que le toma cariño y luego siente miedo de perderla, entonces la graba. Antes llamaba a su casa y las cantaba en su contestador. Después anduvo con un grabador de mini cassette en el bolso y ahora el celular.
Matina Gadea empezó a hacer canciones hace 12 años, cuando tenía 20 y está a días de editar su primer disco, “Volvé a jugar” (Bizarro). “Las primeras canciones fueron poemas, yo siempre escribí, vengo del lado de la escritura 100%”, se presenta.
Allá por 2005 distribuyó informalmente un demo con algunos temas grabados y producidos por Gustavo Montemurro y otros por Andrés Ibarburu. Se llamaba “El futuro es incierto”, tenía en la tapa una foto suya de niña y adentro traía un sobrecito con las letras y dibujos en el dorso, todo hecho y plastificado con cinta de embalaje transparente, por ella, a mano. La calidad de aquellas grabaciones dista mucho de la del disco que edita Bizarro a mediados de octubre, sin embargo, en ese demo ya despuntaba el brillo de algunas como “El rey de la luna”, “Miedo” “Cabo suelto” o “Volvé a jugar”.
Con el disco en puerta y antes del show del próximo 12 de octubre en la sala Zavala Muñiz en el marco del festival Latinoamericana, Martina Gadea habló con la diaria.




*Portadas de "El futuro es incierto" y "Volvé a Jugar"



Cómo pasaste de escribir tus poemas a ponerles música?
Siempre me gustó cantar. En 1º de liceo nos íbamos de campamento y mis amigas me pedían que cantara. Hacía “Muchacha” de Luis Alberto Spinetta, Phil Collins, escuchaba “Azul con amor” todas las noches, cantaba old hits.
¿Qué presencia tenía la música en tu niñez?
Mi padre estuvo en el directorio del Sodre como 10 años y yo era la hija compinche que lo acompañaba al Teatro Solís, él tenía un palco, desde ahí veía zarzuela, ópera, ballet, después me dormía y me despertaba de un sueño divino. Nos íbamos para atrás del escenario, veía a los bailarines, a los músicos, gente extravagante, ahí tenía contacto con ese mundo súper volado de la música.
¿Y en tu casa había música?
Mi casa es una casa de la palabra, la gente siempre está hablando, en las fiestas nunca hay música, sin embargo cada uno hace su propia música. Mi padre tararea bossa nova media hora por día, todos los días. Mi madre chifla, le ponés Bach y te lo chifla perfecto ¡No sé cómo no la metí en el disco! Mi abuela cantaba mientras cocinaba, en un agudo increíble y muy bajito, era tan emocionante escucharla... Entonces, lo que siempre escuché de mi familia fue música orgánica, literalmente, del órgano garganta, no había aparatos sonando, ellos hacían la música. De ahí creo que me viene la cosa creativa de hacer melodías, si fuera un gen lo heredé exacto. Me pasa de ir caminando y me viene una canción a la cabeza (canta el comienzo de "No more lonely nights"), cuando la canto me doy cuenta que tiene una frase que tenía que ver con lo que yo venía pensando o sintiendo en ese momento, como que me contesto a mi misma con la canción, es como si pensara en términos de canción.
¿Qué tiene más peso en tus canciones la música o la palabra?
Creo que la palabra, sin embargo en la música encontré la posibilidad de que ese lenguaje se complete, como que a lo que escribía le faltaba un brazo y una pierna y cuando le puse música quedó enterito. No me gustaban mucho mis poemas, aunque mi pasión es escribir. (Peter) Greenaway dice que es un pintor frustrado y si ves sus películas, el uso de los colores, esa simetría axial, ahí se ve un poco eso del pintor.
Cuándo eras niña ¿qué decías que ibas a ser cuando fueras grande?
Detective privada (risas) ¡Por suerte no era mujer policía! De detective privada a psicóloga no hay tanta diferencia porque de alguna manera en ambos casos te enterás del mundo interno de las personas. Hay algo difícil de entender, que es cómo a alguien le puede gustar escuchar los problemas de los demás.
Has trabajado mucho con niños y eso está íntimamente relacionado con la música que haces ¿Qué te atrae de ese mundo de la niñez?
Trabajé 8 años en primaria, con niños de barrios marginales y sigo trabajando en esos contextos, ahora hago el apoyo psicológico de 100 personas que no estaban integradas a la sociedad a través de acciones del Ministerio de Desarrollo Social y el Ministerio de Trabajo. El trabajo con los niños se traduce en mis canciones, en mis dibujos, en mi manera de ser, en mi manera de ver el mundo. Me siento mejor con los niños que con los adultos. Creo que hay algo de la infancia que no debería perderse, hay un cable ancho ahí que le da una continuidad esencial a la vida, que es casi como el corazón latiendo. A veces eso se quiebra y la gente sigue adelante, pero como muerta en vida, como en un “falso-self”, algo así como transformarse en lo que se espera que cada uno sea. El otro día iba caminando por la calle y había un niño de 3 o 4 años en un balcón tratando de alcanzar algo que se le había caído. Yo iba con auriculares, escuchando el disco antes de que estuviera pronto. Vi que el niño vocalizaba algo, se le había caído un osito, que era un caballito, naranja, antiguo, divino. Lo levanté, hice una especie de relincho, se lo di y seguí. Como a los 20 metros miré a ver qué había dejado atrás y el nene había tirado el caballo de vuelta. Quería jugar. (risas). Volví, le relinché una vez más y se lo tiré, me saqué los auriculares y le dije “la próxima le pedís a tu mamá” (risas), me engancho naturalmente.
¿La elección de hacer canciones por placer y no como medio de vida fue algo pensado?
Si, es como una medida protectora y por suerte tengo otra vocación. Cuando estoy trabajando con otras personas no tengo ninguna duda de para qué vine al mundo, pero no me es suficiente, preciso de la música, porque ahí es donde más me muestro y puedo exponerme con libertad, también cuando dibujo. Me gusta poder vivir de la psicología y que la música esté libre de todo eso, sería buenísimo que todos los artistas pudieran liberarse de ese peso.
Te tomaste tu tiempo para sacar un primer disco
Si, fue muy lento, pasé por muchos formatos y formaciones hasta que empecé a sentir la necesidad de sacar un disco, que las canciones estuvieran un poco más vestidas, estaban como esqueléticas, no las alimentaba, me empezaron a dar pena, tuve ganas de cuidarlas, de darles lo que se merecían y lleva un tiempo encontrar de qué manera hacerlo. Tuve un empuje de autoestima muy fuerte de un español que se llama Albert Pla, cuando vino le di un demo mío y se lo llevó. El seguía de gira por Latinoamérica, muchas horas de camioneta y ahí lo escuchó. Uno de los mejores martes de mi vida me llegó un mail suyo en el que me hablaba de cada una de mis canciones, me decía que me había ganado el premio revelación, que se lo había mostrado a sus amigos -¡que son salados músicos españoles también!- que lo escuchaban todo el tiempo, que las canciones eran “pegadizas que da miedo”, que las tarareaban todo el tiempo, fue increíble. Ahí me ofrecieron producirme un disco, pero no era el momento. Después Albert me invitó a escribir algunas letras.
¿Montevideo es tu lugar en el mundo?
Si, totalmente, soy como un árbol que hizo raíz acá y me cuesta mucho moverme, hasta viajar.
¿Y el “Montevideo Cruel” de la canción?
Esta es una ciudad re linda, pero que sufre. Cuando trabajaba en el Cerro, veía muchas necesidades pero también veía el cielo enorme, las madres tomando mate en la puerta de su casa, los niños jugando en la calle. Cuando entraba al centro de Montevideo veía el smog, autos por todos lados, estrés, rejas, niños que pasan todo el día solos porque sus padres trabajan, la inseguridad, el miedo, el cielo parcelado por los edificios. Entonces, cuando algo está quebrado en la sociedad, todos sufrimos. En esa canción me refiero a esa desilusión, de ahí también mi vocación, como de zurcir un poco todo eso.
¿Te imaginás haciendo canciones toda la vida?
Si, estoy completamente segura de eso.






El resultado final estará en la calle a mediados de octubre. “Volvé a jugar” es un disco que abre nuevos caminos en la música de este lugar. Tiene un poco de todo y no se parece a nada. Es bueno y lo mejor de todo es que parece no saberlo.
A la particularidad de su voz, se suma la potencia del formato canción, con melodías simples, muchas veces pegadizas, y un dream team de invitados que en el librillo del disco Martina llama “culpables”, a saber: Martín Buscaglia, Martín Morón, Martín, Andres y Nicolás Ibarburu, Garo Arakelián, Urbano Moraes, Ney Peraza, Fede Lima, Rubén Rada. “Con (Ruben) Rada fue increíble, estábamos en la puerta de Fun Fun, viene el Monte (Gustavo Montemurro), y me dice: “él quiere que lo invites a cantar una canción en tu disco”, señalando a Rada, que estaba ahí paradito mirando. Se me ensanchó el corazón, porque un tipo como él no tiene ninguna necesidad de participar en el primer disco de una chica que hace canciones y sin embargo ahí estaba, manifestando su interés. Así que así fue, terminó cantando casi todo un tema y después se colgó a tocar bongos en otro tema”, cuenta.
Por fin estas canciones suenan como se merecen y eso tiene mucho que ver con el trabajo de Gustavo Montemurro, que también delata un camino andando en el terreno de la producción, encontrando una personalidad sonora que permite el despliegue de todo el potencial de Martina y sus canciones, que han pasado hasta por formatos punk-rock y en “Volvé a jugar” encuentran una sonoridad fiel a su espíritu libre y juguetón, atrevido, diverso, caprichoso, genuino. Arreglos con intenciones low-fi que le sientan a la perfección a la autora, una especie de eterna niña, que sin dejar de tomárselo enserio, disfruta de jugar con la música.


*Publicado en La Diaria 9/10/09