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Niños del jardín de infantes "Granja Agustina" en el barrio montevideano de Peñarol.
Carl Honoré es el autor de “Elogio de la Lentitud”, un libro que desde su edición en 2004 instó a 500 mil lectores en todo el mundo a bajar un cambio y, amparado en las bases del “Movimiento Slow”, estableció un paradigma que desafía el culto a la velocidad.
El mismo autor, periodista y escritor de 42 años, nacido en Edimburgo, criado en Canadá y residente en Londres; trasladó los pilares de la filosofía slow para aplicarlos específicamente a la educación de los niños y escribió “Bajo Presión: cómo educar a nuestros hijos en un mundo hiperexigente” (Del Nuevo Extremo Grupo Editor, 2008), su segundo -y también exitoso- libro.
Lo de Honoré se ubica en la delgada línea que separa la autoayuda del ensayo sociológico. Frente al fantasma de una literatura que ofrece soluciones mágicas ante diversos males endémicos, Carl asegura ser muy escéptico y tomarse las cosas con humor, dos características que no se encuentran en el género self-help.
Pecando a veces de optimismo en algunos ejemplos y conclusiones, en “Bajo Presión”
el autor vuelve a afinar su pluma periodística y concentrar una buena dosis de datos contundentes y a veces impactantes, que pueden conducir a profundos replanteos de la vida tal como la conocemos y la vivimos.
“Naciones Unidas advierte que 1 de cada 5 niños ya sufre de algún desorden psicológico y la Organización Mundial de la Salud calcula que en 2020 las enfermedades mentales estarán entre las 5 principales causas de muerte o discapacidad entre los jóvenes. En Gran Bretaña, un adolescente trata de suicidarse cada 28 minutos. Los adolescentes japoneses se retiran a sus cuartos y se niegan a salir durante semanas, meses o incluso años seguidos. Los expertos estiman que más 400 mil adolescentes del país son en la actualidad hikikomori o ermitaños permanentes.” “Desde 1993 se han triplicado en todo el mundo las prescripciones de Ritalina y otros medicamentos concebidos para refrenar la hiperactividad infantil (…) Detrás de este boom de consumo de píldoras hay una ironía ácida: una generación de adultos que usó drogas para soltarse y liberar la mente, las utiliza ahora para mantener a raya a sus hijos”
La sensación de que el mundo se está poniendo raro no tarda en llegar, Honoré descarga una pesada artillería de datos, dispuestos de manera impactante, frente a la que resulta difícil mantenerse indiferente.
*Un niño con la laptop del plan Ceibal.
NATIVOS DEL MUNDO DIGITAL
El capítulo dedicado a la tecnología empieza con una cita de Max Frisch (escritor, dramaturgo y arquitecto) que sugiere: “Tecnología (…) la habilidad para disponer el mundo de tal modo que no tengamos que experimentarlo”.
Pasamos cada vez más tiempo mirando pantallas: computadora, televisor, celular, i-pod, etc. y los efectos no son innocuos, sobre todo en los más pequeños. Las encuestas indican que el 35% de los británicos de 11 y 15 años se pasan más de 7 horas diarias frente a una pantalla. En un informe publicado en 2004 en Pediatrics, científicos estadounidenses concluyeron que cada hora de televisión que se mira al día entre las edades de 1 y 3 años, aumenta en casi un 10% las posibilidades de un diagnóstico de déficit de atención y desorden de hiperactividad. Esto significa que si un niño mira 3 horas de tv por día, tiene un 30% más de posibilidades de sufrir problemas de atención en la escuela.
“Aunque prometa unirnos a todos en un nirvana de conexión de banda ancha, la tecnología puede entrometerse entre nosotros y encerrarnos en nuestras particulares burbujas digitales. Hoy es habitual que se tarde menos y resulte más fácil leer lo que están haciendo los compañeros en sus blogs o perfiles en línea, que quedar con ellos y hablar en persona”. El panorama es desalentador, pero Honoré vuelve a ver la salida en el uso del sentido común para establecer un equilibrio. Aumentan las pruebas de que la tecnología adecuada en dosis correctas puede ser beneficiosa, dice.
¿Cuántas horas de tiempo frente a la pantalla? La Academia Norteamericana de Pediatría recomienda que los niños de menos de 2 años no vean nada de televisión. La Sociedad canadiense de Pediatría recomienda no más de 30 minutos al día para niños de menos de 2 años. Los niños mayores tienen que poder usar con libertad los ordenadores para los deberes de la escuela, el aprendizaje y el trabajo creativo hay que ponerle límites a la diversión de pantalla como la tv y los videojuegos. Desenchufar las computadoras y salir a jugar, parece ser lo mejor que le puede pasar a un niño moderno.
MADRE NATURALEZA
El contacto con la naturaleza ocupa (o debería ocupar) un lugar protagónico en la educación de los niños. “Si hemos de salvar el planeta, las generaciones futuras deben reservar un espacio para la naturaleza en sus vidas urbanas de alta tecnología”, alerta Honoré.
Es necesario que los niños sepan más acerca del mundo, que es lo que un niño tiende a hacer cuando es libre: explorar su contexto con alegría y afán de aprender y para eso no hay mejor escenario que la naturaleza.
Los jardines de infantes al aire libre son una práctica escandinava que comenzó en 1950 y se ha ido extendiendo por Europa. Hace unos años, la dirección de una escuela privada de Zurich decidió que dos veces por semana, haga el tiempo que haga, una docena de niños de 3 y 4 años se adentre a pie en los bosques de las afueras de la ciudad. Aprenden formas comparando piedras, a contar reuniendo ramitas y flores. Aprenden los colores con las plumas de los pájaros o con las estaciones. Se familiarizan con los sonidos escuchando los ruidos que hace la fauna del lugar. Cuando llegan a la escuela son niños dotados de iniciativa, confianza y concentración, ávidos de conocimientos.
Otro ejemplo similar es “Jardín Secreto”, el primer jardín de infancia al aire libre de Gran Bretaña, que desafía además la moderna creencia de que hay que tratar a los niños con extremo cuidado, educarlos en espacios interiores, rigurosamente higiénicos, libres de accidentes, con clima controlado y bajo supervisión constante. Algunas encuestas realizadas en Dinamarca demuestran que los niños que concurren a jardines al aire libre contraen un 80% menos de resfríos, dolores de garganta y otras enfermedades contagiosas, que los que van a jardines convencionales. “Se trata de una ironía endémica a la infancia moderna. Cada rociada de absorbeolores, cada pasada de antibacterias, cada hora de juego al aire libre sustituida por una hora de juego en un interior, podría representar negarles la oportunidad de robustecer sus sistemas inmunitarios.”
Como hace medio siglo sostuvo el pediatra inglés D. W. Winnicott, no sólo sigue siendo imposible crear la infancia perfecta, sino que además el intento resulta dañino, para los padres y para los hijos.
*La Familia, de Fernando Botero.
DALE ALEGRÍA A MI CORAZÓN
“La enseñanza tradicional se basa en la idea de un pupilo al que se puede enseñar, estimular y evaluar de modo conveniente para el profesor y los burócratas del Departamento de Educación”, sostiene Carl Honoré. Pero cada vez hay más instituciones que priorizan las necesidades de los estudiantes van ganando terreno el mundo. Reggio, Montessori y Steiner Waldorf son otros ejemplos que evitan los exámenes, las notas y la enseñanza formal a fin de dar curso a la curiosidad natural y el espíritu juguetón del niño.
“Cuando los padres se ponen nerviosos en relación con los hitos, cuando dedican más tiempo a cultivar que a su bebé que a reconfortarlo, también puede este estresarse. Si se inunda el cerebro infantil de hormonas de estrés como la adrenalina y la cortisol, el cambio químico puede ser permanente con el tiempo y dificultar el aprendizaje o el control de la agresividad en la vida posterior, así como aumentar el peligro de depresión.”
Esto no quiere decir que todo tipo de presión y de exámenes sea negativo, sobre todo en contextos más pobres, la escuela ofrece una estructura que a menudo falta en el hogar. Pero en el otro extremo, la exigencia ha llegado muy lejos. En Japón, cientos de miles de adolescentes y adultos jóvenes se ven abrumados por la sociedad, se sienten incapaces de cumplir los roles sociales que se esperan de ellos y reaccionan con una aislamiento social. Japón es el segundo país con más suicidios entre los países ricos después de Rusia, en la literatura psiquiátrica japonesa existe lo que se llama “el problema de marzo”, mes en el que los suicidios se disparan por ser la época de exámenes para acceder a la universidad (que se transmiten en directo por tv) y el inicio de la temporada de contrataciones. Más de 2500 suicidios por mes, en los picos como marzo, un japonés se suicida cada 15 minutos.
“A muchos niños se les diagnostica déficit de atención e hiperactividad por motivos equivocados, que forman parte de un cambio cultural más amplio: en la actualidad antes que cambiar el entorno donde vivimos, preferimos alterar nuestros cerebros para que se adapten al entorno. Se tiene a considerar que la timidez, la ira, la tristeza y otras emociones o rasgos indeseables no son una parte natural de la condición humana sino enfermedades, síntomas de desequilibrio en la química del cerebro, problemas que hay que arreglar con fármacos”.
Para compensar las carencias, los padres se deshacen en elogios y pierden la capacidad de poner límites, condimentos que colaboran con el caos. “Utilizamos a los niños como el Prozac –dice Dan Kindlon, psicólogo de la universidad de Harvard- proporcionan el momento luminoso del día. La gente no quiere estropear ese momento único provocando berrinches, no quiere herirles: quiere que los niños le proporcionen satisfacción.”
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Carl Honoré
EL AUTOR
Desde su casa en Londres, de regreso de Ámsterdam, el gurú de lentitud cae en la contradicción de declararse con poco tiempo. Sin embargo, con reflexiva amabilidad, Carl Honoré encontró unos minutos para hablar de algunos aspectos de la educación local como el Plan Ceibal. “Tengo sentimientos mezclados, por un lado pienso que la nueva tecnología es un hermoso obsequio para los chicos, abre muchas nuevas posibilidades de aprender, comunicarse y expresarse. Lo peligroso sería que la nueva tecnología reemplace otras formas de aprendizaje en el mundo real, lejos de las pantallas. Los niños necesitan tocar las cosas con sus manos e interactuar con gente cara a cara. Me preocupa un poco la cantidad de dinero necesaria para darle a cada niño una laptop. Si otras partes del sistema educativo se sacrifican para pagar las computadoras, es preocupante también. No me gustaría ver que se destine menos dinero a los maestros o libros.”
Sobre la realidad de la educación latinoamericana que conoció durante su investigación, Honoré manifestó: “mi impresión sobre Uruguay y Argentina es que la profesión de educador ha declinado. Los maestros ya no son tan bien entrenados, remunerados o respetados como solían ser. Los nuevos pensamientos suelen llegar a Latinoamérica mucho más tarde que a Europa y Norte América, y pienso que esa es una realidad de la educación también. Algunos de los métodos y filosofías de enseñanza que encontré en Buenos Aires parecían arcaicos”.
También opinó sobre de la flamante videoconsola Nintendo Wii, cuya novedad es un mando inalámbrico que se usa como dispositivo manual para el juego, que detecta la aceleración de los movimientos en tres dimensiones. “La Wii los obliga a salir del sofá y a moverse, pero continúan estando frente a una pantalla. Para ser honesto, lo encuentro absurdo, trágico y un poco siniestro. Nunca les compraría una a mis hijos, me preocupa que la Wii sea una nueva excusa de los padres para mantener a los nichos encerrados”
Sobre la posibilidad de que los niños educados con métodos alternativos, tan libres y placenteros corran el riesgo de salir y enfrentarse a una realidad casi opuesta, opresora, sacrificada y competitiva, el autor de Bajo Presión sostuvo que “una forma de evitar una transición dificultosa es continuar en el sistema alternativo, otra (la que yo prefiero) es introducir algunas ideas del sistema alternativo en el convencional, que creo que es lo que está sucediendo si contemplamos las actuales reformas de Japón, Gran Bretaña y Norte América”
*el libro-Nota publicada en La Diaria, el martes 21 de abril de 2009.