miércoles, 27 de junio de 2007

SAN FELIPE


La del sábado 16 de Junio fue una de las noches más frías de este invierno, sin embargo, los montevideanos llenaron la Sala Zitarrosa atraídos por los shows de José González y Juana Molina. Ya hablé sobre el muchacho en este blog, sólo resta decir que en vivo es aún más genuino y sorprendente. Me costó asociar la imagen despojada del flaquito tímido, perfil bajo, casi mudo, risueño y solito con su guitarra criolla; a la sonoridad multi-capa que se desprendía de esa estampa. No tuve el privilegio de presenciar un show de Nick Drake, pero escuchando a este sueco hijo de argentinos sentí que debe haber sido algo parecido. ¿No es poco, no? Hay más, viéndolo en vivo supe que ya no necesita ser heredero de nadie para seguir abriéndose camino solito, con su guitarra. Una cosa es escuchar un disco totalmente acústico en el que hay cosas que parecieran estar hechas por máquinas y otra, es verlo en vivo. De ahí mi sinapsis interrumpida entre lo que veía y lo que escuchaba. ¿Cómo de algo tan austero y simple se desprende algo tan rico y complejo? Pues sí y en eso radica gran parte del encanto mántrico de José González que, con sus guitarras loopeadas artesanalmente y en tiempo real, está de vuelta de la electrónica. En fin, hasta aquí el capítulo de, como dijo la mismísima Molina al tomar la posta del escenario: “Josesito ¿Qué cosa este muchacho, no? Bah, no sé a ustedes, pero a mi me vuela la cabeza”. A ver si me explico, después de un espectáculo semejante hay que remar con la incertidumbre e ingeniárselas para encontrar un plan que esté a la altura de la noche, para que no decaiga abruptamente, un plan que deje rumiar la belleza que acabamos de disfrutar.
Entonces, es hora de pasar a lo que de verdad quería hablar. Ese rincón de Montevideo que beatificaremos cuando este presente sea historia, ese templo que atrae fieles demagógicamente rindiéndole culto a la música, a la buena música, indefectiblemente (y no es cuestión de gustos lo que digo, sino de criterio) ¿Qué mejor lugar que ese para ir después de un show así?

Ese sábado llegamos a La Ronda alrededor de la medianoche y su capitán, Felipe Reyes, comandaba la nave como sólo él sabe hacerlo, surfando vinilos. Cuando Felipe está en la bandeja se nota apenas se pone un pie adentro, porque su presencia se recorta en el fondo del bar o porque la presencia de la música es apremiadora, nunca de fondo. Cinco años después todavía recuerdo perfectamente la primera vez que fui a La Ronda, aquella extraña sensación de estar escuchando música como en casa, con una persona que no sólo elegía muy bien los músicos, los discos y los temas sino que, además, subía antojadizamente el volumen, exactamente en el mismo lugar que yo lo subiría. Interviniendo la realidad, haciendo imposible la continuidad de cualquier charla, interrumpiendo cualquier escena o situación. Creo que Tom Waits con Downtown Train fue el climax de aquella primera vez.
Pero volviendo al sábado, la onda venía fiestera, Felipe estaba más hitero que de costumbre y tenía una bandita de adolescentes que le pedían acción pegaditos a la barra bailando. No está demás aclarar que las dimensiones del local en cuestión no supera los 25 m2, aproximadamente.
En eso estábamos, entre hits de U2, Madonna y no recuerdo muy bien qué más, cuando fue subiendo la fiebre de aquel sábado a la noche, muy naturalmente. De pronto, un tema en portugués que todo el mundo corea, es Alceu Valença con Anunciaçao, especialmente recordado por todos acá por haber sido la cortina musical de un programa de verano de mediados de los 80’s. La noche siguió transcurriendo, Felipe seguía comandando su nave desde el fondo de la barra, pispeando la reacción de los comensales y especialmente motivado por el trío de adolescentes que desde otro plano de la realidad se mostraba cada vez más afectado por su música.
De José González ya nos habíamos olvidado cuando sonaba I’m walking on sunshine, aquel éxito de mediados de los 80’s también, que un comercial de telefonía celular refrescó más de dos décadas después. La cosa fue así, no sé cuánta gente había en ese cubo oscuro y luminoso que le hace frente al viento del sur del invierno montevideano (no quieran imaginarse lo que sucede en las primeras noches cálidas de primavera); no importa, parecíamos unos cuántos coreando ‘voy caminando por el sol’ cuando Cabrera, sí, el mismísimo Fernando Cabrera, desde algún vinilo paralelo, se apersonó en la velada a través de El tiempo está después, con un resultado similar a esto (traten de escucharlo): I’m walking on sunshine, uhooo... La calle Yupes.... I’m walking on sunshine... La calle Yupes.... y así. Felipe Reyes pinchó ambos discos, unos pocos parroquianos atentos lo percibimos espectantes. Así lo fue asomando hasta que lo largó, largó desde el comienzo hasta el final, sin interrupciones y a un volumen muy alto, El tiempo está después, de Fernando Cabrera. Sí. Y todos cantaron. Todos sorprendentemente cantaron, perfectamente, una a una las palabras de una canción sin palabras. No sé si me entienden, creo que no, creo que es imposible entenderlo si no se vivió. En una ciudad helada, casi desierta, donde el viento mostraba lo que era capaz de hacer sacudiendo las hojas de las palmeras y azotando el agua contra la rambla, ahí afuera, un grupo de gente cantando a viva voz “la primavera en aquel barrio/ se llama soledad/ se llama gritos de ternura/ pidiendo para entrar/ y en el apuro está lloviendo/ ya no se apretarán/ mis lágrimas en tus bolsillos/ cambiaste de sacón/ Un día nos encontraremos / en otro carnaval / Tendremos suerte si aprendemos / que no hay ningún rincón / que no hay ningún atracadero / que pueda disolver / en su escondite lo que fuimos / el tiempo está después”. Terminó la canción y ahora sí que me quedo sin palabras. Como todos los que estábamos ahí esa noche, no quedó otra más que aplaudir. Cerrar la boca y aplaudir. Creo que ni el mismísimo Felipe Reyes, capitán a bordo, encontró palabra. Elijo la fachada de su templo, con y sin su estampa para que este relato llegue a su fin.




lunes, 4 de junio de 2007

JUNIO EN MONTEVIDEO



JOSÉ GONZALEZ: DULCE Y MELANCÓLICO

Cuenta la leyenda que, cuando Juana Molina escuchó por primera vez a Nick Drake, se enamoró perdidamente y quiso conocerlo de inmediato. Si bien nunca pudo concretar su deseo, Molina conoció a José González, un auténtico heredero de Drake que terminó siendo copiloto de sus recientes giras estadounidenses, formato que los traerá este mes a Montevideo.
Con latinísimo nombre, José González hace canciones en inglés porque es sueco, pero hijo de padres argentinos exiliados durante la dictadura. Nacido en Guthemberg en 1978, en la banda sonora de su vida se cruzaron músicas tan heterogéneas como las de Mercedes Sosa o Silvio Rodríguez, Los Beatles, Joy Division, Massive Attack, Public Enemy, Joao Gilberto, Mateo y la lista sigue. De ahí viene este combo musical de dialéctica apariencia al que se le han adjudicado influencias de la canción latinoamericana, el flamenco, la música clásica, la bossa nova, el post-punk, el sadcore y el hardcore, el lo-fi y tantas otras globalidades.
En la era de los cantautores, con 26 añitos, el sueco-argentino en cuestión se graduó en la carrera de bioquímica y gestó durante los fines de semana, lo que terminó siendo su disco debut (Veneer, 2003), que vendió más de 500 mil copias y trepó alto en los charts británico y americano. Como si fuera poco, sus canciones musicalizaron publicidades de Sony y capítulos de la serie televisiva The OC. Mientras el hit Heartbeats (cover del dúo sueco electropop The Knife que musicalizó el comercial de Sony) alcanzó el puesto número uno en el ranking de ringtones británicos, José editó un EP con 5 temas (Stay in the shade, 2006 ) que funcionan a manera de adelanto de lo que vendrá.
Esta caravana de sucesos lo depositó en un indiscutible lugar de prestigio internacional, la prensa y los fans lo coronaron con laureles como “el heredero de Nick Drake y Elliott Smith”, agregando las adecuadas súplicas de que González no termine como ellos, que se suicidaron con 26 y 34 años, respectivamente . Y es que José escribe canciones similarmente dulces y melancólicas, simples, vacías en apariencia, despojadas por elección estética, otoñales, domingueras. El suyo es un ambiente acústico, generado por guitarras loopeadas artesanalmente que tejen atmósferas hipnóticas y contemplativas, de sesgo independiente, casero y artesanal. Minimalismo en estado puro que conduce a las profundidades de la canción de autor internacional de estos tiempos.

*José González y Juana Molina se presentan el 16 de Junio a las 21, en la Sala Zitarrosa. Su disco Veneer se editó en Argentina a fines de 2006 a través del sello Pop Art.




JULIETA VENEGAS: ES SÓLO POP PERO ME GUSTA

No seré una mujer perfecta, de las que volteas al ver pasar. No seré alta y maravillosa... No sabré andar como una princesa, ni vivir como en alta sociedad...”, dice Julieta Venegas en una canción de su 4º y último disco, Limón y Sal (2006, Sony BMG) ganador de un Grammy al Mejor álbum de Pop Latino. Como la mujer que describe su canción, esta especie de oveja negra del género musical más plástico, explicó en las conferencias de prensa de lanzamiento del disco que ya lleva vendidas más de 800 mil copias, que “se llama Limón y Sal porque así todo sabe más rico, la combinación de estos dos elementos produce sólo sabrosura y cuando se le agrega tequila... mmm”.
Mientras los artistas se debaten entre distintos trucos para salvar sus privacidades de lo público, Venegas no titubea en declarar que sus letras son autobiográficas. Así va por la vida, sin documentos, como la canción de Los Rodríguez que mariachizó en su último disco. Declarándose a favor de la despenalización del aborto que puso en práctica su país, entusiasmada con un desnudo masivo que se llevó a cabo en el Zócalo de la ciudad de Méjico promovido por el fotógrafo Spencer Tunick, sintiendo que la sociedad mejicana va dejando de ser conservadora para empezar a abrirse.
Con voz, conducta y canciones casi adolescentes, esta mujercita de 37 años nació en Long Beach, California, pero creció en Tijuana, lugar de encuentro de dos culturas que se refleja naturalmente en su obra. Allí estudió piano desde los 8 años como hobby y empezó a responder “directora de orquesta”, cada vez que alguien le preguntaba qué quería ser cuando sea grande. A los 22 años se mudó a la ciudad de Méjico, donde formó parte de algunas bandas, hizo música para obras de teatro pero, básicamente, descubrió el acordeón, ese bellísimo instrumento que lleva recostado en el pecho hasta hoy , con el que empezó a componer sus primeras canciones. Así llegó su 1º disco solista Aquí (1997, BMG Ariola), producido por Gustavo Santaolalla. Tres años más tarde se editó Bueninvento (2000) el más rockero de su carrera, que contó con un dream team integrado por el guitarrista de Tom Waits, el baterista de REM y Beck, el bajista de Lou Reed y el saxofonista de Los Lobos, entre otros. Ese mismo año participó de la banda sonora de Amores Perros, la paradigmática película de Alejandro González Iñárritu, director de Babel. Sin embargo, Julieta despegó masivamente con (2003), de la mano de Coti Sorkin (autor de Color Esperanza) y Cachorro López, que estuvieron a cargo de la producción de un álbum que radicalizó el condimento pop de su propuesta y el primero donde ella misma empieza a meter mano como co-productora. El resultado llegó con creces, el álbum fue un indudable éxito comercial que desperdigó semillas de Venegas por el mundo. Sal y Limón es el disco que viene después, en el que ese background mezcla de niña mala con mujer maravilla, parece encontrar su clímax.

*Julieta Venegas actuará el 12 de Junio, en el cine Teatro Plaza. Anticipadas en red UTS


CURSI PRESENTA DELIVERY

El 2007 no es un año más en la historia de Cursi. La banda comandada por Diego Drexler (29) y Fabián Krut (38) está cumpliendo 10 pirulos con Delivery (Pavimento Records), un disco que refleja que los chicos crecieron. El eclecticismo de una banda irreverente y desprejuiciada termina de madurar como una propuesta artística sólida. Si bien en Delivery están los clásicos bailables light de cursilandia como No te Peines, éste es un trabajo claramente menos fiestero que los anteriores, más bien catártico, con muestras como Jueves 16/11, que fue compuesta el día que Australia eliminó a Uruguay del último mundial de fútbol y capta lo que se respiró aquella mañana con instantáneas como “quiero desterrar este bajón que inunda la ciudad, hoy me es imposible soportar el ruido del silencio”. Todo sobre una base de electro-marcha camión y con un nuevo guiño a la música popular local, esta vez citando a Fernando Cabrera, “dijo un poeta alguna vez que el tiempo está después”. Otros tramos intensos del disco son No me dejes de Querer, la hermosísima Se va Seba, Ya va a venir (de Krut) y Cian, una incursión instrumental a cargo de Drexler. Delivery además inaugura una etapa independiente de la banda, con la creación de Pavimento Records y la edición del disco en Argentina, a través del sello Los Años Luz.
Después de presentar el disco en Buenos Aires, los Cursi llegan al Movie con una esperada puesta en escena a cargo de Luisa Enríquez, y a la formación de la banda que se completa con el baterista Javier Cardelino, se le sumarán invitados sorpresa. Todo parece indicar que este no será un show más en la historia de Cursi, que presentará un repertorio coherente con el plan intimista del último disco.

*Cursi presenta Delivery el Jueves 7 de Junio en la Sala Teatro Movie Center. Entradas a $ 250 en a boletería del teatro y $150 con OCA. Venta telefónica 200-2511. Más info del show en crusi.com.uy




*Publicadas en la revista Bla de Junio.


sábado, 2 de junio de 2007

LISANDRO ARISTIMUÑO/ 39º


Soplando en el viento


Las postales patagónicas siguen encontrando una exquisita banda de sonido en las canciones de Lisandro Aristimuño. Darle play a su reciente tercer disco, 39º (Los Años Luz, 2007) es iniciar un viaje, exactamente igual que con sus antecesores Azules Turquesas (Los Años Luz, 2004) y Ese asunto de la ventana (Los Años Luz, 2005), notablemente perfeccionado.
Aristimuño afianza la personalidad de su interpretación, deja en claro que como productor tiene resto y conserva el lugar que conquistó como compositor entre los músicos más preciados del rock y el pop argentinos, no sólo entre los de su generación, sino también entre los clásicos consagrados. Con canciones como “Algún lado” o “Para vestirte hoy”, Lisandro camina por terrenos que bien podrían estar a la altura de himnos nacionales como “Dale alegría a mi corazón” (de Fito Páez), “Flaca” de Andrés Calamaro o “Seguir viviendo sin tu amor”, de Luis Alberto Spinetta. Es decir, cosas que llevan tiempo sin suceder en el rock argentino.
La letras, uno de los terrenos más frágiles de Lisandro Aristimuño, traen aires de un saludable interés por contar historias, pintar paisajes, gente, intentar poner en palabras lo que se siente, desde un punto de vista más emotivo y humanizado, que hace a un lado cierta pretensión poética más vacía o abstracta de sus discos anteriores. “Ya no llueve más, hay olor a flor y a tierra mojada, me decido a ser pluma en tus manos”, dice en “Plumas” o “no preguntes cuántos espejos me encandilaron hoy, tu noche de excesos, tu feria de besos, tu cara en la hora del té/ Vos podés darme días que tengan tus canciones”, en “Tus canciones”. Festejada aparición la de Liliana Herrero y no tanto la de Critóbal Repetto (la voz tanguera -como congelada en el tiempo- que apareció en Bajofondo) que poco tiene que ver con el universo estético que plantea el disco. El aporte de la intérprete entrerriana en “El Plástico de tu perfume”, acentúa las reminiscencias fitopaezcas que tiene el track 8 de Aristimuño (“Canción de amor mientras tanto” del rosarino, en el disco Ey!).
39º es un disco invernal, que llega a tiempo para prender el fuego, descorchar un tinto y escucharlo, como recomiendan en algún rincón de la web. A tiempo para preguntarse ¿quién dijo que todo está perdido? Si pareciera que las canciones de Aristimuño vienen a ofrecer su corazón.

*Lisandro Aristimuño presenta 39º en Montevideo el 28 de Junio, en la Sala Zitarrosa. Imperdible.



viernes, 1 de junio de 2007

AYUÍ REMATA RELIQUIAS


¿Vuelven los vinilos?

Por el momento pensamos que no. Pero desde hace tiempo muchos amigos y clientes nos consultan acerca de los vinilos que aún tenemos.Se trata de un material de archivo, nuevo, sin uso, para coleccionistas y aficionados a este formato, tan querido para muchos.Estas son algunas de las joyitas de la lista disponible:

Tiempo de cantar - varios
El viento en la cara - Fernando Cabrera
Candombe del 31 - Jaime Roos
A redoblar - Varios
Bola de nieve, voz y piano


Increíble pero real: $u120 cada uno

Músicos uruguayos en Argentina

Nadie es profeta en su tierra

En la vecina orilla se encendieron los radares que apuntan hacia Uruguay en busca de una personalidad musical única. Un grupo de músicos casi desconocidos en la escena local se prepara para sembrar sus canciones en Argentina con el respaldo de prestigiosos sellos independientes.

En el contexto del bloqueo de los puentes terrenales entre Argentina y Uruguay,
nuestra música cruza sin interferencias y hasta la vecina orilla no para.
Al otro lado de río, algunos sellos independientes apuestan a artistas que son prácticamente desconocidos en Montevideo y hasta abren sus espacios exclusivos para editar música de acá, como Los Años Luz que acaba de estrenar su división .uy con el Trío Fattorusso y el cuarteto La Otra, y se prepara para dar a luz en mayo a los humeantes El evangelio según mi jardinero de Martín Buscaglia y Soy sola, de Ana Prada.
Con el mismo plan, Random Records estrenará en las bateas porteñas Vacío, el tercer disco de Daniel Drexler, un experto pionero en eso de cruzar el río.
“Buenos Aires siempre tuvo una gran vocación de vanguardia y es una gran caja de resonancia, por el hecho de tenerla ahí enfrente y compartir tantos patrones culturales siempre me pareció cruzar era un paso lógico a dar”, dice Daniel, que lo hizo por primera vez hace 10 años y el 20 de abril presentará su disco argentino con su banda -íntegramente formada por argentinos- en el Ateneo, un teatro céntrico con capacidad para 600 personas al que muchos artistas argentinos desearían llegar.
¿Qué hay detrás de un fenómeno por el que músicos casi desconocidos por el público uruguayo conquistan plataformas en el exterior? Una moneda que, como todas, tiene dos caras. Cara A: Argentina mira a Uruguay. Cara B: Uruguay mira al mundo.

CARA A
Sin lugar a dudas, el proceso de elección y de asunción del gobierno del Frente Amplio nos mantuvo en el foco de atención de los países vecinos, sin embargo, esto que se traduce en algunos medios porteños como “Uruguay está de moda” según parece, lejos está de serlo. “Buenos Aires es una ciudad muy histérica, quiere saber cuál es la vanguardia de la vanguardia, se maneja mucho por modas y con la música uruguaya la pendiente sigue creciendo, conservamos un lugar más allá de los empujones de la moda” afirma el mayor de los Drexler. Al frente de Los Años Luz, el primer sello argentino con un brazo dedicado exclusivamente a artistas uruguayos, Nani Monner dice que “la idea volaba por el aire hace rato, por el cariño que le tenemos a vuestro país y porque pensamos en plasmar de alguna manera el puente que, natural y culturalmente existe, la música uruguaya completa le panorama del Río de La Plata y a partir de esa idea surgió la de LAL.uy” El romance entre las capitales del Plata lleva años gestándose, Los Shakers, Alfredo Zitarrosa, Rubén Rada y Jaime Roos fueron los antecesores de un cruce que exportaba los productos más tradicionales y masivos del paisito. Es posible que, con el descubrimiento de Jorge Drexler los argentinos se hayan largado a buscar las perlas ocultas de nuestra música “con la presencia de Jorge la entrada de nuestra música en Argentina se vio favorecida, siempre estuvimos presentes, pero más desde el candombe y la murga, esta nueva camada de músicos que está cruzando ahora no es masiva” dice Ana Prada. Que la música de Uruguay está en la lupa –no sólo en Argentina- es un hecho consumado, pero ¿qué encuentran los sellos extranjeros en las canciones de acá?
La creación musical en nuestro país también es una moneda que tiene dos caras,
por un lado la soledad del músico en su creación, la ausencia de grandes oportunidades y un mercado real casi inexistente habilitan, por otro, un vínculo más libre con el arte de componer y es posible que de esas condiciones de producción hayan surgido propuestas tan exclusivas como la de Eduardo Mateo, Fernando Cabrera o el Príncipe, cuyo disco Amor en el Zaguán también saldrá este año por LAL.Uy. Ana Prada dice al respecto que “acá no hay mucha expectativa delante de la composición, hacemos lo que queremos, lo que nos gusta y nos divierte, ése es el toque diferencial de músicos como Cabrera que han marcado no sólo un estilo de música sino de vida, uno siempre compone para los demás, pero no es lo mismo componer para que esos demás sean millones”. Si con esta generación de cantautores sucede algo similar a lo que experimenta el rock uruguayo más masivo en su carrera por la exportación, el buen destino se asoma también para estos productos más sofisticados de nuestra música. “Hay una demencia muy linda con la música, una búsqueda real, existen cosas que no se pueden encasillar en un estilo o género”, dice Martín Buscaglia que, en un plan optimista agrega: “en Argentina no hay cosas que se parezcan a lo que hacemos y me parece que está bueno que exista la posibilidad de que el público investigue más allá de lo popular y masivo”.

CARA B
Que el exterior significa una salida para muchos uruguayos no es ninguna novedad y en el terreno de la música, son cada vez más los artistas que deciden dar a conocer sus canciones más allá de las fronteras. “La canción uruguaya está cada vez mejor posicionada en el mundo de habla hispana y eso nos abre puertas a todos, tenemos la enorme bendición de escribir canciones en el tercer idioma más hablado del mundo y nos estamos dando cuenta” dice Drexler.
Ahora bien, la historia del músico que se va del país siendo un desconocido y regresa del exterior con el merecido reconocimiento, es una figurita repetida y al respecto Daniel Drexler cita a Fernando Cabrera “ya lo dijo brillantemente Fernando, somos un país de identidad adolescente y necesitamos la aprobación de alguien todo el tiempo. En los últimos 3 o 4 años hubo una maduración acelerada, se nota por ejemplo en la cantidad de presencia que tiene nuestra cultura en los medios, cada vez más”.
De todas formas, sería interesante pensar por qué Buscaglia edita sus discos y hace giras en España o Argentina, va a la casa de Arnaldo Antunes en Brasil y pasa un día entero con el gran Titás grabando el tema que abre su flamante disco. Si bien el hecho de ser reconocidos en le exterior es sumamente saludable, también lo sería que pudiesen obtener lo merecido sin irse o morirse en el intento.
“Me encanta salir y viajar, no siento mal enrosque con el reconocimiento acá, yo también elijo hacer este tipo de música, el disco nuevo es mucho menos amable que el Plácido Domingo, pero es lo que me hace feliz hacer y sucede, nadie es profeta en su tierra, no?”, dice Martín y todo parece indicar que en Uruguay hay profetas para rato.


AL OTRO LADO DEL RÍO
Para empezar a saber quiénes son y qué hacen, va una breve reseña de estos músicos uruguayos que comienzan a sembrar sus canciones más allá de las fronteras.

ANA PRADA. Soy sola es su primer álbum solista luego de haber integrado los planteles del Cuarteto Vocal La Otra y Rada para Niños. Producido por Carlos Casacuberta, una encantadora mezcla de campo y ciudad mantienen vivo el espíritu del disco de principio a fin. ¿Canciones urbanas con aire campero? es posible, lo cierto es que las chamarritas, las milongas y los valsecitos criollos conviven pacíficamente con la despojada artillería electrónica de Casacuberta.
Jorge Drexler y Fernando Cabrera son los invitados ilustres de Soy Sola, que se edita en Buenos Aires en mayo y se presenta en Montevideo el 27 de abril en el Bar Tabaré.

MARTÍN BUSCAGLIA. El evangelio según mi jardinero es su tercer disco, lleno de canciones sin bandera, mucho funk y un sinfín de instrumentos hiper- creativos (en algunos casos fabricados por su propio autor), como un una pistola de juguete con potenciómetro, un serrucho o un banjong (construido en base a una paleta de ping pong). Buscaglia compartió la producción calientemente controlada con Nicolás Ibarburu y entre sus invitados cabe destacar la presencia de Arnaldo Antunes y Juana Molina. El disco se edita en España en abril (Love Monk), en mayo en Argentina y a estar atentos, porque en junio se presentará en el Planetario de Montevideo.



DANIEL DREXLER. Vacío es el sucesor de La llave en la Puerta y Full Time (Ayuí) y el primero editado en Argentina. Preocupado por los derechos de autor que le debe a Lao Tse como fuente de inspiración, Drexler profundiza en atmósferas íntimas y contemplativas, para arrojar un puñado de canciones que evolucionan con certeza hacia el tentador destino de la simpleza.
El 20 de abril Daniel se presentará con su banda en el Teatro Ateneo de Buenos Aires y para entonces su disco ya estará en las bateas porteñas. Si bien no hay fecha de edición en Uruguay (el disco también se editará en Chile, México y Colombia) el 8 de junio se presenta en la Sala Zitarrosa.



*Publicado en el suplemento Cultural del diario El País de Montevideo, el 12 de Mayo de 2006