qué linda tapa! ¿me equivoco o este disco podría ser perfectamente el nuevo de Sigur Rós? sea lo que sea, es hermoso. a escucharlo y aceptar sus variadas invitaciones: a bailar, a correr, a saltar, a gritar, a contemplar, a pensar, a dejarse llevar, a viajar...
martes, 23 de marzo de 2010
JULIETA VENEGAS - OTRA COSA
Una vez más... it's only pop but I like it!
vi montes y valles
vi gente y aviones
vi noches enteras
en transición.
vi cuentos de otros
vi desconocidos
que no dejarían de ser
lo que son.
si tú no estás
las plantas igual crecerán
y si tú estás
en otro lado
el tiempo no se detendrá.
vi mundo y vi mares
vi nubes y estanques
que no cambiarían
en el fondo lo que son.
vi lo que tenía que ver
pero te dejé
esperando algo
que te iba yo a decir
si tú no estás
las plantas igual crecerán
y si tú estás
en otro lado
el tiempo no se detendrá.
ignoré que la realidad se transforma
aunque yo no esté ahí
decidí salir y te olvidaste
aún quedaba algo
que te iba yo a decir
si tú no estás
las plantas igual crecerán
y si tú estás
en otro lado
el tiempo no se detendrá.
*http://www.youtube.com/watch?v=NdECtSO83Hc
link al audio de la canción.
vi montes y valles
vi gente y aviones
vi noches enteras
en transición.
vi cuentos de otros
vi desconocidos
que no dejarían de ser
lo que son.
si tú no estás
las plantas igual crecerán
y si tú estás
en otro lado
el tiempo no se detendrá.
vi mundo y vi mares
vi nubes y estanques
que no cambiarían
en el fondo lo que son.
vi lo que tenía que ver
pero te dejé
esperando algo
que te iba yo a decir
si tú no estás
las plantas igual crecerán
y si tú estás
en otro lado
el tiempo no se detendrá.
ignoré que la realidad se transforma
aunque yo no esté ahí
decidí salir y te olvidaste
aún quedaba algo
que te iba yo a decir
si tú no estás
las plantas igual crecerán
y si tú estás
en otro lado
el tiempo no se detendrá.
*http://www.youtube.com/watch?v=NdECtSO83Hc
link al audio de la canción.
ALEGRÍS
Proyecto de pintura mural en las viviendas Rossell y Rius
-antes y después
-antes y después
“¡Hace 15 años que los estamos esperando!”, exclamó una vecina del complejo de viviendas Rossell y Rius del Reducto, cuando un grupo de miembros del Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes (IENBA) se acercó por primera vez al lugar para plantear la realización de un proyecto mural similar al realizado 15 años antes en el barrio Reus Norte, al que hacía referencia la mujer.
“La iniciativa se concretó en una charla que tuvimos en 2008 con el entonces Intendente de Montevideo Ricardo Erlich, donde surgió incluso el lugar para realizar el trabajo”, comenta el director del IENBA Samuel Sztern.
El proyecto se llevó a cabo mediante un convenio entre el IENBA y la Intendencia de Montevideo, y contó con la colaboración de la Comisión Sectorial de Extensión y Actividades en el Medio de la Universidad de la República (CSEAM). El costo total de los materiales fue de $700.000, la IMM asumió $400.000 y el resto fue costeado por la CSEAM y el IENBA, que además aportó la mano de obra. La Intendencia colaboró también restaurando las veredas, reparando grietas y rajaduras de las fachadas, retirando el cableado del alumbrado público y armando los andamios.
Para elegir como escenario de la intervención al complejo de viviendas “Rossell y Rius” ubicado sobre Garibaldi, entre Rocha y Marcelino Sosa, se pusieron en juego factores como las características de las viviendas, de la zona y de sus habitantes. “Las viviendas tienen un dibujo de fachada homogéneo que permite estudiarlo como un todo y sus partes, no pasa lo mismo en un grupo irregular de casas que surgieron espontáneamente sin tener en cuenta a la que está al lado”, explicó Sztern. “El complejo está emplazado en un barrio popular por el que transita mucha gente, tal vez con poca costumbre de asistir a lugares en los que se pueden apreciar las artes plásticas. Una intervención de estas características colabora con el desarrollo de la percepción artística de la gente, ayuda a entender la relación del arte con la vida, ya no se trata de una cosa para entendidos que tradicionalmente se escondía en los museos”, agregó el director del IENBA.
Las actividades de Extensión Universitaria son de carácter institucional y curricular para toda la población estudiantil. Las distintas propuestas se trabajaron en el contexto de los talleres de Libre Orientación Estético-pedagógica y en clases regulares del Seminario Taller de las Estéticas III en las que se desarrolló la confrontación estética y los aportes de toda la población estudiantil del Segundo Período y los docentes del IENBA.
El proyecto que finalmente se aplicó fue creado por Irene Silva y Canela Conde, alumnas del taller del profesor Carlos Seveso. “El tipo de arquitectura resultó un soporte plano, frontal, casi escenográfico, que permitió un muy buen ensayo respetando el austero dibujo de las fachadas, marcamos las divisiones generadas por las entradas a los corredores internos del complejo, generando un aspecto rítmico a lo largo de la cuadra. Trabajamos con una paleta predominantemente tonal, colores apaciguados por la incorporación del blanco o el negro, el resultado es menos vibrante, más vinculado a la paleta de una parte de la historia de la pintura nacional”, detalló Seveso.
De la selección final formaron parte otros dos proyectos, uno incorporaba a su diseño imágenes figurativas de pájaros y el otro se basaba en formas geométricas organizadas en función de una serie de líneas que atravesaban el plano de la fachada. “Ambos fueron producto de una investigación estudiantil muy creativa, coherente y de muy buena calidad”, aseguró el director del IENBA, “tratamos de no repetir soluciones encontradas en el pasado, sino que los diseños surgieran de la investigación y las inquietudes de los estudiantes de hoy, al igual que en el Reus Norte, la preocupación nunca fue la de restaurar una edificación de 100 años, sino adecuar ese espacio a la idiosincrasia de la gente del siglo XXI, con las visiones, ilusiones, pesares y sensaciones propias de este momento”, agregó. El vínculo entre estudiantes y vecinos que exige este objetivo, asegura el cumplimiento de uno de los objetivos fundamentales e históricos de las actividades de extensión: el conocimiento directo del medio social en el cual van a proyectar su formación.
“Fuimos por primera vez un sábado para encontrar a la mayor cantidad de vecinos y minutos después de hablar con el primero, gran parte de los habitantes del complejo estaban en la vereda ansiosos y dispuestos a brindar su apoyo”, recuerda Samuel Sztern.
Ramón Pintado es inquilino del local de la esquina de Garibaldi y Rocha, donde funciona su cerrajería, “al principio hubo un poco de incertidumbre por cómo iba a quedar, sobre todo en relación a los colores, pero a la vez son construcciones que casi no recibieron mantenimiento desde que se construyeron, hace 100 años, daba pena el estado en el que estaban. Llegaron con hidrolavadoras, restauraron todas las fachadas, las veredas, hace unos meses renovaron todas las persianas de madera y nadie tuvo que poner dinero, sólo colaborar, fue algo que se vivió con mucha alegría y el resultado final llama la atención, la gente que pasa se queda mirando”, declara Pintado, sorprendido por la cantidad de mujeres estudiantes que pintaban sobre los andamios.
Como Ramón, la mayoría de los habitantes del complejo estuvo de acuerdo con el proyecto y apenas lo conocieron se ofrecieron a reunir las autorizaciones, destinaron espacios privados para guardar materiales, habilitaron el uso de baños, facilitaron agua caliente para el mate y fresca para combatir el calor, y en algunos casos hasta dejaron las llaves de sus hogares para que se pudieran pintar puertas, ventanas y persianas durante su ausencia en horarios de trabajo.
Irma Hernández abre parcialmente la puerta de su casa sobre Garibaldi mientras su perra acecha atrás. Tiene 70 años, hace 33 que vive en el complejo, fue una de las primeras en firmar el sí y aunque dice que no es de mucho hablar cuenta que “había visto el trabajo que Bellas Artes hizo en el barrio Reus Norte y me gustó, así que no tuve dudas, ahora cuando digo dónde vivo me mencionan el trabajo que se hizo acá, incluso escucho la gente que pasa, algunos pocos dicen que es un carnaval, pero la mayoría comenta lo lindo que quedó, para mi le dio mucha vida al barrio.” Pero también se dieron algunos casos en los que no se firmó la autorización hasta ver los diseños definitivos, otros solicitaron algunos ajustes de color que obligaron a modificar el resto, incluso hubo uno que se negó a que su casa fuera pintada. Junto a otros sectores que quedaron sin pintar en función del proyecto, el retazo con el color del revoque original se integra al diseño de la obra finalizada como un desafío de gran provecho para la formación estudiantil y docente.
La actividad de pintura empezó el 26 de noviembre de 2008 y terminó el 16 de diciembre, la jornada de trabajo comenzaba a las 9hs y se extendía en diferentes turnos hasta las 20hs. Se usó pintura vinílica para exteriores en muros, sintética en aberturas y barniz para las persianas de madera nuevas que reemplazaron a las existentes. “La aplicación del color fue progresiva, analizando las relaciones que se establecían y reservando la segunda mano para los ajustes necesarios de matiz o tono en función de la interacción de los colores entre ellos en la gran escala, o con otros elementos que estaban jugando como el cielo, los árboles, etc.”, detalló Sztern.
Para dar por finalizada la obra, sólo resta la colocación de unos detalles en cerámica que enriquecen la relación de materiales existentes en el resultado final.
Para este año el IENBA tiene otros proyectos de intervención urbana como los de pintura mural que empezaron a desarrollarse durante 2009 en escuelas primarias y otros edificios de Malvín Norte, Flor de Maroñas y Villa García, la zona que abarca el Programa Integral Metropolitano (PIM) de la Universidad de la República. “Es evidente la importancia de conservar la arquitectura testimonial pero no por eso debemos imponer una estética de Panteón Nacional en toda la ciudad, en ese sentido las actividades el IENBA siempre fueron prudentes y hay mucho por hacer”, dijo Seveso, que considera al espacio urbano montevideano un poco tímido frente al uso del color.
*link de la nota publicada en la diaria del 23 de marzo de 2010
http://ladiaria.com/articulo/2010/3/alegris/
“La iniciativa se concretó en una charla que tuvimos en 2008 con el entonces Intendente de Montevideo Ricardo Erlich, donde surgió incluso el lugar para realizar el trabajo”, comenta el director del IENBA Samuel Sztern.
El proyecto se llevó a cabo mediante un convenio entre el IENBA y la Intendencia de Montevideo, y contó con la colaboración de la Comisión Sectorial de Extensión y Actividades en el Medio de la Universidad de la República (CSEAM). El costo total de los materiales fue de $700.000, la IMM asumió $400.000 y el resto fue costeado por la CSEAM y el IENBA, que además aportó la mano de obra. La Intendencia colaboró también restaurando las veredas, reparando grietas y rajaduras de las fachadas, retirando el cableado del alumbrado público y armando los andamios.
Para elegir como escenario de la intervención al complejo de viviendas “Rossell y Rius” ubicado sobre Garibaldi, entre Rocha y Marcelino Sosa, se pusieron en juego factores como las características de las viviendas, de la zona y de sus habitantes. “Las viviendas tienen un dibujo de fachada homogéneo que permite estudiarlo como un todo y sus partes, no pasa lo mismo en un grupo irregular de casas que surgieron espontáneamente sin tener en cuenta a la que está al lado”, explicó Sztern. “El complejo está emplazado en un barrio popular por el que transita mucha gente, tal vez con poca costumbre de asistir a lugares en los que se pueden apreciar las artes plásticas. Una intervención de estas características colabora con el desarrollo de la percepción artística de la gente, ayuda a entender la relación del arte con la vida, ya no se trata de una cosa para entendidos que tradicionalmente se escondía en los museos”, agregó el director del IENBA.
Las actividades de Extensión Universitaria son de carácter institucional y curricular para toda la población estudiantil. Las distintas propuestas se trabajaron en el contexto de los talleres de Libre Orientación Estético-pedagógica y en clases regulares del Seminario Taller de las Estéticas III en las que se desarrolló la confrontación estética y los aportes de toda la población estudiantil del Segundo Período y los docentes del IENBA.
El proyecto que finalmente se aplicó fue creado por Irene Silva y Canela Conde, alumnas del taller del profesor Carlos Seveso. “El tipo de arquitectura resultó un soporte plano, frontal, casi escenográfico, que permitió un muy buen ensayo respetando el austero dibujo de las fachadas, marcamos las divisiones generadas por las entradas a los corredores internos del complejo, generando un aspecto rítmico a lo largo de la cuadra. Trabajamos con una paleta predominantemente tonal, colores apaciguados por la incorporación del blanco o el negro, el resultado es menos vibrante, más vinculado a la paleta de una parte de la historia de la pintura nacional”, detalló Seveso.
De la selección final formaron parte otros dos proyectos, uno incorporaba a su diseño imágenes figurativas de pájaros y el otro se basaba en formas geométricas organizadas en función de una serie de líneas que atravesaban el plano de la fachada. “Ambos fueron producto de una investigación estudiantil muy creativa, coherente y de muy buena calidad”, aseguró el director del IENBA, “tratamos de no repetir soluciones encontradas en el pasado, sino que los diseños surgieran de la investigación y las inquietudes de los estudiantes de hoy, al igual que en el Reus Norte, la preocupación nunca fue la de restaurar una edificación de 100 años, sino adecuar ese espacio a la idiosincrasia de la gente del siglo XXI, con las visiones, ilusiones, pesares y sensaciones propias de este momento”, agregó. El vínculo entre estudiantes y vecinos que exige este objetivo, asegura el cumplimiento de uno de los objetivos fundamentales e históricos de las actividades de extensión: el conocimiento directo del medio social en el cual van a proyectar su formación.
“Fuimos por primera vez un sábado para encontrar a la mayor cantidad de vecinos y minutos después de hablar con el primero, gran parte de los habitantes del complejo estaban en la vereda ansiosos y dispuestos a brindar su apoyo”, recuerda Samuel Sztern.
Ramón Pintado es inquilino del local de la esquina de Garibaldi y Rocha, donde funciona su cerrajería, “al principio hubo un poco de incertidumbre por cómo iba a quedar, sobre todo en relación a los colores, pero a la vez son construcciones que casi no recibieron mantenimiento desde que se construyeron, hace 100 años, daba pena el estado en el que estaban. Llegaron con hidrolavadoras, restauraron todas las fachadas, las veredas, hace unos meses renovaron todas las persianas de madera y nadie tuvo que poner dinero, sólo colaborar, fue algo que se vivió con mucha alegría y el resultado final llama la atención, la gente que pasa se queda mirando”, declara Pintado, sorprendido por la cantidad de mujeres estudiantes que pintaban sobre los andamios.
Como Ramón, la mayoría de los habitantes del complejo estuvo de acuerdo con el proyecto y apenas lo conocieron se ofrecieron a reunir las autorizaciones, destinaron espacios privados para guardar materiales, habilitaron el uso de baños, facilitaron agua caliente para el mate y fresca para combatir el calor, y en algunos casos hasta dejaron las llaves de sus hogares para que se pudieran pintar puertas, ventanas y persianas durante su ausencia en horarios de trabajo.
Irma Hernández abre parcialmente la puerta de su casa sobre Garibaldi mientras su perra acecha atrás. Tiene 70 años, hace 33 que vive en el complejo, fue una de las primeras en firmar el sí y aunque dice que no es de mucho hablar cuenta que “había visto el trabajo que Bellas Artes hizo en el barrio Reus Norte y me gustó, así que no tuve dudas, ahora cuando digo dónde vivo me mencionan el trabajo que se hizo acá, incluso escucho la gente que pasa, algunos pocos dicen que es un carnaval, pero la mayoría comenta lo lindo que quedó, para mi le dio mucha vida al barrio.” Pero también se dieron algunos casos en los que no se firmó la autorización hasta ver los diseños definitivos, otros solicitaron algunos ajustes de color que obligaron a modificar el resto, incluso hubo uno que se negó a que su casa fuera pintada. Junto a otros sectores que quedaron sin pintar en función del proyecto, el retazo con el color del revoque original se integra al diseño de la obra finalizada como un desafío de gran provecho para la formación estudiantil y docente.
La actividad de pintura empezó el 26 de noviembre de 2008 y terminó el 16 de diciembre, la jornada de trabajo comenzaba a las 9hs y se extendía en diferentes turnos hasta las 20hs. Se usó pintura vinílica para exteriores en muros, sintética en aberturas y barniz para las persianas de madera nuevas que reemplazaron a las existentes. “La aplicación del color fue progresiva, analizando las relaciones que se establecían y reservando la segunda mano para los ajustes necesarios de matiz o tono en función de la interacción de los colores entre ellos en la gran escala, o con otros elementos que estaban jugando como el cielo, los árboles, etc.”, detalló Sztern.
Para dar por finalizada la obra, sólo resta la colocación de unos detalles en cerámica que enriquecen la relación de materiales existentes en el resultado final.
Para este año el IENBA tiene otros proyectos de intervención urbana como los de pintura mural que empezaron a desarrollarse durante 2009 en escuelas primarias y otros edificios de Malvín Norte, Flor de Maroñas y Villa García, la zona que abarca el Programa Integral Metropolitano (PIM) de la Universidad de la República. “Es evidente la importancia de conservar la arquitectura testimonial pero no por eso debemos imponer una estética de Panteón Nacional en toda la ciudad, en ese sentido las actividades el IENBA siempre fueron prudentes y hay mucho por hacer”, dijo Seveso, que considera al espacio urbano montevideano un poco tímido frente al uso del color.
RECUADRO:
“Estas construcciones cuyo destino expreso era el de ser casas económicas para obreros constituyen un hecho relativamente original en su época y presentan interés de ser estudiadas como realizaciones de vivienda de interés social promovidas por iniciativa privada”, dice un artículo de la arquitecta Livia Bocchiardo publicado en la revista de la Facultad de Arquitectura en 1963 y conservado por el Instituto de Historia de la Arquitectura de la misma institución.
Las viviendas construidas por Alejo Rossell y Rius en Reducto estaban destinadas a obreros y la zona elegida para su ubicación lo confirma, ya que en 1910 existían en las cercanías varias fábricas como la Compañía General de fósforos, la fábrica de chocolates Saint Hnos., papelería Galli, fábrica de dulces, estaciones de tranvía, etc.
Edificadas sobre un terreno rectangular que mide 66 m sobre la calle Garibaldi, 31m sobre Rocha y 40 sobre Marcelino Sosa, las 48 viviendas son de dos plantas y se distribuyen en 4 bloques separados por 3 pasajes peatonales interiores que se vinculan a la vía pública. Las parcelas son de 40 m2, con 4 m de frente al pasaje y 10m de fondo.
El sistema constructivo patentado con el nombre de su creador “consistía esencialmente en un entramado de madera para muros y techos y luego, a manera de cerramiento, tejido de alambre estirado, papel impermeable y revoque exterior”, detalla el mismo documento, “a los pocos años se agregó un sobre techo de chapas de hierro galvanizado, pues según noticias obtenidas, la lluvia ocasionó graves perjuicios”, agrega.
Otros dos grupos de viviendas emplazados en el mismo barrio (uno en Garibaldi y Marsella y el otro sobre Rocha entre Concepción Arenal y Rivadavia) conforman lo que por 1910 significó una opción habitacional más que digna y de gran avance en cuanto a condiciones de higiene e intimidad de sus ocupantes, teniendo en cuenta que la oferta para el nivel económico de un obrero se limitaba a la casa de inquilinato o conventillo.
“Estas construcciones cuyo destino expreso era el de ser casas económicas para obreros constituyen un hecho relativamente original en su época y presentan interés de ser estudiadas como realizaciones de vivienda de interés social promovidas por iniciativa privada”, dice un artículo de la arquitecta Livia Bocchiardo publicado en la revista de la Facultad de Arquitectura en 1963 y conservado por el Instituto de Historia de la Arquitectura de la misma institución.
Las viviendas construidas por Alejo Rossell y Rius en Reducto estaban destinadas a obreros y la zona elegida para su ubicación lo confirma, ya que en 1910 existían en las cercanías varias fábricas como la Compañía General de fósforos, la fábrica de chocolates Saint Hnos., papelería Galli, fábrica de dulces, estaciones de tranvía, etc.
Edificadas sobre un terreno rectangular que mide 66 m sobre la calle Garibaldi, 31m sobre Rocha y 40 sobre Marcelino Sosa, las 48 viviendas son de dos plantas y se distribuyen en 4 bloques separados por 3 pasajes peatonales interiores que se vinculan a la vía pública. Las parcelas son de 40 m2, con 4 m de frente al pasaje y 10m de fondo.
El sistema constructivo patentado con el nombre de su creador “consistía esencialmente en un entramado de madera para muros y techos y luego, a manera de cerramiento, tejido de alambre estirado, papel impermeable y revoque exterior”, detalla el mismo documento, “a los pocos años se agregó un sobre techo de chapas de hierro galvanizado, pues según noticias obtenidas, la lluvia ocasionó graves perjuicios”, agrega.
Otros dos grupos de viviendas emplazados en el mismo barrio (uno en Garibaldi y Marsella y el otro sobre Rocha entre Concepción Arenal y Rivadavia) conforman lo que por 1910 significó una opción habitacional más que digna y de gran avance en cuanto a condiciones de higiene e intimidad de sus ocupantes, teniendo en cuenta que la oferta para el nivel económico de un obrero se limitaba a la casa de inquilinato o conventillo.
*link de la nota publicada en la diaria del 23 de marzo de 2010
http://ladiaria.com/articulo/2010/3/alegris/
Cuida bien al niño...
La primera y única escuela Waldorf de Montevideo
Los eucaliptus del Parque Rivera desprenden su olor en el aire del barrio. Cruzando la avenida Bolivia un cartel con la inscripción “Escuela Cruz del Sur”, da la bienvenida a la única institución educativa del país que aplica la pedagogía Waldorf.
Se trata del método educativo que propone la Antroposofía, una invención del científico austriaco Rudolf Steiner que se aplica a distintas áreas de la vida y se define como “una ciencia espiritual que aspira a conocer al hombre desde su ser más intimo, concibiéndolo como una totalidad que incluye cuerpo, alma y espíritu”, dice Zoraida Baliño, maestra de jardín de infantes de Cruz del Sur. “El desafío de los maestros y terapeutas Waldorf es poder ver qué es lo que cada niño necesita, más que ver pedagógicamente qué tenemos para darle desde un programa de educación preestablecido, lo importante es adaptar los contenidos a las necesidades y potencialidades de cada alumno”, agrega.
En la entrada, un gran terreno arbolado funciona como patio de un edificio que poco tiene que ver con el de una escuela convencional. El viento mueve las cortinas de un aula con las puertas y las ventanas abiertas, desde adentro llega el sonido de una flauta que se detiene para darle paso a un breve relato y luego continuar, todo con un suave volumen que deja oír el canto de los pájaros.
Para la educación Waldorf el espacio educativo es sagrado, razón por la cuál
–entre otras medidas- se evita el acceso al aula de cualquier factor ajeno a ese contexto, explica Waltraut Maria Klöckner, docente de música y alemán a la que todos llaman Wally. La silenciosa atmósfera que se percibe hace que no sea necesario entrar a la clase para adivinar un estado de atención, concentración y disfrute de los alumnos que cualquier maestro convencional envidiaría.
Camino a la sala de jardín de infantes, un tilo y un roble sombrean una mesa con bancos. Más allá la huerta, otro gran espacio donde conviven matas de flores, una llamativa comunidad de mariposas, plantas de maíz, tomates, lechugas, acelgas, zanahorias, remolachas y aromáticas. Todo sembrado, cuidado, cosechado y consumido por alumnos y maestros.
El área de jardín de infantes está vacía (las clases comienzan esta semana) por lo que es posible acceder al salón, no sin antes descalzarse. Como en Finlandia, pero en Uruguay, antes de entrar al aula los niños se quitan o reemplazan el calzado convencional por otro más cómodo. A esta coincidencia de la pedagogía Walforf con el sistema educativo finlandés, se suman otras como el respeto de las necesidades y potencialidades del niño ante cualquier otro factor educativo, la ausencia de evaluación, competencia y comparación, entre otras. “Finlandia es un país de 5 millones de habitantes del extremo septentrional de Europa que parece haber alcanzado el nirvana de la educación. En los exámenes del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), los finlandeses siempre quedan primeros o segundos en cualquier categoría y en el informe de UNICEF de 2007, los niños finlandeses aparecían como los terceros más felices entre los países desarrollados”, sostiene Carl Honoré en “Bajo Presión” (Del Nuevo Extremo 2008), su libro sobre la educación de los niños en un mundo hiperexigente.
Para la metodología Waldorf, el jardín de infantes surge como una solución de emergencia, sustitutiva de lo que se considera como ideal pero cada vez más ausente: la permanencia del niño en edad preescolar (hasta los 7 años) en un contexto familiar, de juego, contacto con la naturaleza y quehaceres del hogar. Cuando eso está acotado o ausente, el jardín de infantes se plantea el objetivo de lograr un ambiente lo más similar posible.
En el caso de la escuela Cruz del Sur, se trata de un salón de unos 50 m2 con piso de madera, en el que un grupo de pequeñas mesas y sillas ocupa apenas un rincón. Dos alacenas antiguas guardan una variedad indescriptible de materiales y objetos. Muy cerca del ventanal que da la huerta, dos cunitas de madera con muñecas de tela, pelo de lana peinada, sabanitas de seda o colchitas tejidas a mano conforman un mágico rincón.
Todas las características del ambiente encuentran en la pedagogía Waldorf su correspondiente razón de ser. Un espacio suficientemente amplio y despejado como para propiciar los principales mecanismos de aprendizaje de la primera infancia: la imitación (considerada como la capacidad de asimilar e identificarse con el entorno mediante la voluntad activa) y el juego creativo. Juguetes y elementos de aprendizaje confeccionados con materiales naturales para estimular los sentidos, considerados la herramienta con la que los niños absorben el mundo. El combo vendría a asegurar lo que se considera el principal objetivo de estos primeros años: el desarrollo del organismo físico. “Desviar la energía de esta tarea fundamental para atender exigencias intelectuales prematuras, le roba al niño salud y vitalidad, debilita las mismas capacidades de juicio e inteligencia práctica que se quieren fomentar”, señala el sitio oficial de la escuela (waldorfmontevideo.org).
En el período de primaria el objetivo es desarrollar la “inteligencia del sentir”. El lenguaje de la imaginación adquiere un rol protagónico, por lo que antiguas leyendas, mitos o cuentos de hadas constituyen una fuente inagotable de recursos pedagógicos. Sólo después de la pubertad, el aprendizaje emerge como capacidad racional y de abstracción intelectual.
La enseñanza Waldorf intenta estimular la experiencia del ser como parte de un todo, acompasándola a los ritmos de la naturaleza. En ese sentido, se trabaja por épocas de entre 4 y 6 semanas en las que el niño se concentra en una materia. “Para nosotros es muy importante el proceso que se da entre despertar y el dormir, el recordar y el olvidar. Cuando la época de matemáticas se va a dormir para darle lugar a la de lenguaje, luego a la de historia, a la de geografía, y así hasta que el círculo finaliza y vuelve a empezar, la evolución con la que los niños retoman las materias después de ese período de decantación es realmente sorprendente”, asegura Zoraida. Si bien hay 4 bloques de épocas por año, la administración de los tiempos puede ser manejada con absoluta libertad por los docentes. El programa es comparable a un espiral ascendente en el que los niños se conectan, se desconectan y se vuelven a conectar con una misma materia, en distintos períodos de su evolución. A las dos horas de la clase principal, se suman las materias especiales como idioma (inglés y alemán), pintura, música y movimiento, gimnasia, manualidades, huerta, etc. El arte no está relegado a las materias específicas sino que forma parte de la enseñanza de todas las materias. El docente encara y transmite lo que enseña de una manera creativa y artística.
Para lograr el conocimiento profundo de las necesidades y potencialidades de cada niño por parte de su maestro, estos acompañan a un mismo grupo a lo largo de todo el período de primaria. Por la misma razón, los alumnos no repiten el año “para nosotros es muy importante que conserve sus compañeros y su maestro, y si un niño queda flojo en algo, el docente lo tendrá en cuenta y lo reforzará en el próximo año”, explica Baliño.
Se trata del método educativo que propone la Antroposofía, una invención del científico austriaco Rudolf Steiner que se aplica a distintas áreas de la vida y se define como “una ciencia espiritual que aspira a conocer al hombre desde su ser más intimo, concibiéndolo como una totalidad que incluye cuerpo, alma y espíritu”, dice Zoraida Baliño, maestra de jardín de infantes de Cruz del Sur. “El desafío de los maestros y terapeutas Waldorf es poder ver qué es lo que cada niño necesita, más que ver pedagógicamente qué tenemos para darle desde un programa de educación preestablecido, lo importante es adaptar los contenidos a las necesidades y potencialidades de cada alumno”, agrega.
En la entrada, un gran terreno arbolado funciona como patio de un edificio que poco tiene que ver con el de una escuela convencional. El viento mueve las cortinas de un aula con las puertas y las ventanas abiertas, desde adentro llega el sonido de una flauta que se detiene para darle paso a un breve relato y luego continuar, todo con un suave volumen que deja oír el canto de los pájaros.
Para la educación Waldorf el espacio educativo es sagrado, razón por la cuál
–entre otras medidas- se evita el acceso al aula de cualquier factor ajeno a ese contexto, explica Waltraut Maria Klöckner, docente de música y alemán a la que todos llaman Wally. La silenciosa atmósfera que se percibe hace que no sea necesario entrar a la clase para adivinar un estado de atención, concentración y disfrute de los alumnos que cualquier maestro convencional envidiaría.
Camino a la sala de jardín de infantes, un tilo y un roble sombrean una mesa con bancos. Más allá la huerta, otro gran espacio donde conviven matas de flores, una llamativa comunidad de mariposas, plantas de maíz, tomates, lechugas, acelgas, zanahorias, remolachas y aromáticas. Todo sembrado, cuidado, cosechado y consumido por alumnos y maestros.
El área de jardín de infantes está vacía (las clases comienzan esta semana) por lo que es posible acceder al salón, no sin antes descalzarse. Como en Finlandia, pero en Uruguay, antes de entrar al aula los niños se quitan o reemplazan el calzado convencional por otro más cómodo. A esta coincidencia de la pedagogía Walforf con el sistema educativo finlandés, se suman otras como el respeto de las necesidades y potencialidades del niño ante cualquier otro factor educativo, la ausencia de evaluación, competencia y comparación, entre otras. “Finlandia es un país de 5 millones de habitantes del extremo septentrional de Europa que parece haber alcanzado el nirvana de la educación. En los exámenes del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), los finlandeses siempre quedan primeros o segundos en cualquier categoría y en el informe de UNICEF de 2007, los niños finlandeses aparecían como los terceros más felices entre los países desarrollados”, sostiene Carl Honoré en “Bajo Presión” (Del Nuevo Extremo 2008), su libro sobre la educación de los niños en un mundo hiperexigente.
Para la metodología Waldorf, el jardín de infantes surge como una solución de emergencia, sustitutiva de lo que se considera como ideal pero cada vez más ausente: la permanencia del niño en edad preescolar (hasta los 7 años) en un contexto familiar, de juego, contacto con la naturaleza y quehaceres del hogar. Cuando eso está acotado o ausente, el jardín de infantes se plantea el objetivo de lograr un ambiente lo más similar posible.
En el caso de la escuela Cruz del Sur, se trata de un salón de unos 50 m2 con piso de madera, en el que un grupo de pequeñas mesas y sillas ocupa apenas un rincón. Dos alacenas antiguas guardan una variedad indescriptible de materiales y objetos. Muy cerca del ventanal que da la huerta, dos cunitas de madera con muñecas de tela, pelo de lana peinada, sabanitas de seda o colchitas tejidas a mano conforman un mágico rincón.
Todas las características del ambiente encuentran en la pedagogía Waldorf su correspondiente razón de ser. Un espacio suficientemente amplio y despejado como para propiciar los principales mecanismos de aprendizaje de la primera infancia: la imitación (considerada como la capacidad de asimilar e identificarse con el entorno mediante la voluntad activa) y el juego creativo. Juguetes y elementos de aprendizaje confeccionados con materiales naturales para estimular los sentidos, considerados la herramienta con la que los niños absorben el mundo. El combo vendría a asegurar lo que se considera el principal objetivo de estos primeros años: el desarrollo del organismo físico. “Desviar la energía de esta tarea fundamental para atender exigencias intelectuales prematuras, le roba al niño salud y vitalidad, debilita las mismas capacidades de juicio e inteligencia práctica que se quieren fomentar”, señala el sitio oficial de la escuela (waldorfmontevideo.org).
En el período de primaria el objetivo es desarrollar la “inteligencia del sentir”. El lenguaje de la imaginación adquiere un rol protagónico, por lo que antiguas leyendas, mitos o cuentos de hadas constituyen una fuente inagotable de recursos pedagógicos. Sólo después de la pubertad, el aprendizaje emerge como capacidad racional y de abstracción intelectual.
La enseñanza Waldorf intenta estimular la experiencia del ser como parte de un todo, acompasándola a los ritmos de la naturaleza. En ese sentido, se trabaja por épocas de entre 4 y 6 semanas en las que el niño se concentra en una materia. “Para nosotros es muy importante el proceso que se da entre despertar y el dormir, el recordar y el olvidar. Cuando la época de matemáticas se va a dormir para darle lugar a la de lenguaje, luego a la de historia, a la de geografía, y así hasta que el círculo finaliza y vuelve a empezar, la evolución con la que los niños retoman las materias después de ese período de decantación es realmente sorprendente”, asegura Zoraida. Si bien hay 4 bloques de épocas por año, la administración de los tiempos puede ser manejada con absoluta libertad por los docentes. El programa es comparable a un espiral ascendente en el que los niños se conectan, se desconectan y se vuelven a conectar con una misma materia, en distintos períodos de su evolución. A las dos horas de la clase principal, se suman las materias especiales como idioma (inglés y alemán), pintura, música y movimiento, gimnasia, manualidades, huerta, etc. El arte no está relegado a las materias específicas sino que forma parte de la enseñanza de todas las materias. El docente encara y transmite lo que enseña de una manera creativa y artística.
Para lograr el conocimiento profundo de las necesidades y potencialidades de cada niño por parte de su maestro, estos acompañan a un mismo grupo a lo largo de todo el período de primaria. Por la misma razón, los alumnos no repiten el año “para nosotros es muy importante que conserve sus compañeros y su maestro, y si un niño queda flojo en algo, el docente lo tendrá en cuenta y lo reforzará en el próximo año”, explica Baliño.
Tras un serpenteante camino académico que pasó por estudios de Matemática, Física, Química y Filosofía, el creador de la pedagogía Waldorf Rudolf Steiner participó en el ámbito social y político de Viena, se acercó a círculos literarios en los que publicó revistas, y trabajó en la edición del trabajo del escritor y científico alemán Johann Wolfgang von Goethe.
Cuenta la historia que en 1919, cuando Europa sobrevivía a la Primera Guerra Mundial, Steiner visitó la fábrica de cigarrillos Waldorf-Astoria, en Stuttgart, Alemania, donde habló con los obreros sobre la necesidad de una transformación social a través de la educación. El entusiasmo manifestado por los trabajadores propició que el director de la fábrica convocara a Steiner para la creación de una escuela y así nació la primera institución bautizada con el nombre de la fábrica.
Estimuladas por la evolución y la innovación de aquella primera experiencia, nuevas escuelas Waldorf fueron surgiendo primero en Alemania y luego en Europa, para terminar instalándose en todo el mundo, donde actualmente es la mayor comunidad educativa privada, con más de 1000 escuelas en más de 60 países, según el sitio steinerwaldorf.org.
En Uruguay, el primer antecedente de la institución surgió en 1968. “La Flor Azul” fue un emprendimiento de Helga y Rudy Grams y funcionó en una cabaña ubicada en el mismo barrio, a 10 cuadras de “Cruz del Sur”.
En 1973, con el aval de la Dirección Nacional de Educación, al jardín de infantes se sumó la escuela primaria y la institución se mudó a la ubicación actual rebautizada como “Colegio Novalis”, nombre con el que se la conoció hasta hace dos años se renovó el plantel de educadores y la asociación civil sin fines de lucro recibió su nombre actual. Con más de tres décadas de historia, continúa siendo la única del país en aplicar esta pedagogía y actualmente cuenta con 25 alumnos en total, entre jardín de infantes y primaria.
Eliana Escobar Luján (37) es una colombiana radicada en Uruguay, Licenciada en Ciencias de la Comunicación y madre de un alumno de la escuela. Consultada sobre las fortalezas y las debilidades que encuentra en el método a partir de su experiencia, señaló que “la mayor virtud es el respeto por el niño y su desarrollo natural. A la pedagogía no le veo un punto débil, en todo caso la debilidad radica en el poco conocimiento que existe en la sociedad sobre el alma infantil y sobre las etapas de desarrollo del niño y eso hace que algunas de las particularidades de estas escuelas no sean del gusto de una fracción de nuestra sociedad con un perfil altamente academicista y competitivo”.
Si bien los alumnos Waldorf acceden a la totalidad de los contenidos del Programa de Educación Primaria, las diferencias radican en el cómo y el cuándo los abordan. En ese sentido, las críticas que el método recibe, señalan un defasaje entre una educación tan libre en un mundo cada vez más opresor, la ausencia de evaluación y puntaje en tiempos cada vez más exigentes y competitivos, el uso de materiales naturales en la era del plástico, el contacto con la naturaleza frente a la proliferación de las pantallas, o el respeto de los ritmos naturales y la búsqueda profunda del ser, en un mundo donde todo es cada vez más rápido y efímero. “Una forma de evitar una transición dificultosa es continuar en el sistema alternativo, otra (la que yo prefiero) es introducir algunas ideas del sistema alternativo en el convencional, que creo que es lo que está sucediendo si contemplamos las actuales reformas de Japón, Gran Bretaña y Norte América”, sostuvo al respecto el escritor Karl Honoré.
Numerosos estudios han demostrado que el exceso de exámenes, trabajo y competencia son contraproducentes para un buen aprendizaje, como también lo son el uso forzado de la memoria o una temprana inducción a la racionalización de los contenidos. La seguridad y el afecto son vivencias que se consideran imprescindibles para la efectividad de la educación, como la presencia de límites y la habilitación para arriesgarse y equivocarse. El contacto con la naturaleza y los buenos hábitos alimenticios también demostraron tener efectos para una óptima asimilación de los contenidos.
A la hora de crecer, la importancia de la individualidad de cada alumno se ha convertido en algo tan importante como su capacidad de sociabilizar.
La pedagogía Waldorf está inscripta en estos parámetros y, como la mayoría de los padres, maestros y ex alumnos vinculados a esta pedagogía, Eliana asegura que estos niños “salen emocionalmente mejor equipados para tener una integración armoniosa en la sociedad, descubrir y cultivar su verdadera vocación y lograr que se transforme en un medio de vida. La pedagogía Waldorf los ayuda a mantener un saludable equilibrio interno, algo que en nuestras sociedades se ha perdido un poco”.
Cuenta la historia que en 1919, cuando Europa sobrevivía a la Primera Guerra Mundial, Steiner visitó la fábrica de cigarrillos Waldorf-Astoria, en Stuttgart, Alemania, donde habló con los obreros sobre la necesidad de una transformación social a través de la educación. El entusiasmo manifestado por los trabajadores propició que el director de la fábrica convocara a Steiner para la creación de una escuela y así nació la primera institución bautizada con el nombre de la fábrica.
Estimuladas por la evolución y la innovación de aquella primera experiencia, nuevas escuelas Waldorf fueron surgiendo primero en Alemania y luego en Europa, para terminar instalándose en todo el mundo, donde actualmente es la mayor comunidad educativa privada, con más de 1000 escuelas en más de 60 países, según el sitio steinerwaldorf.org.
En Uruguay, el primer antecedente de la institución surgió en 1968. “La Flor Azul” fue un emprendimiento de Helga y Rudy Grams y funcionó en una cabaña ubicada en el mismo barrio, a 10 cuadras de “Cruz del Sur”.
En 1973, con el aval de la Dirección Nacional de Educación, al jardín de infantes se sumó la escuela primaria y la institución se mudó a la ubicación actual rebautizada como “Colegio Novalis”, nombre con el que se la conoció hasta hace dos años se renovó el plantel de educadores y la asociación civil sin fines de lucro recibió su nombre actual. Con más de tres décadas de historia, continúa siendo la única del país en aplicar esta pedagogía y actualmente cuenta con 25 alumnos en total, entre jardín de infantes y primaria.
Eliana Escobar Luján (37) es una colombiana radicada en Uruguay, Licenciada en Ciencias de la Comunicación y madre de un alumno de la escuela. Consultada sobre las fortalezas y las debilidades que encuentra en el método a partir de su experiencia, señaló que “la mayor virtud es el respeto por el niño y su desarrollo natural. A la pedagogía no le veo un punto débil, en todo caso la debilidad radica en el poco conocimiento que existe en la sociedad sobre el alma infantil y sobre las etapas de desarrollo del niño y eso hace que algunas de las particularidades de estas escuelas no sean del gusto de una fracción de nuestra sociedad con un perfil altamente academicista y competitivo”.
Si bien los alumnos Waldorf acceden a la totalidad de los contenidos del Programa de Educación Primaria, las diferencias radican en el cómo y el cuándo los abordan. En ese sentido, las críticas que el método recibe, señalan un defasaje entre una educación tan libre en un mundo cada vez más opresor, la ausencia de evaluación y puntaje en tiempos cada vez más exigentes y competitivos, el uso de materiales naturales en la era del plástico, el contacto con la naturaleza frente a la proliferación de las pantallas, o el respeto de los ritmos naturales y la búsqueda profunda del ser, en un mundo donde todo es cada vez más rápido y efímero. “Una forma de evitar una transición dificultosa es continuar en el sistema alternativo, otra (la que yo prefiero) es introducir algunas ideas del sistema alternativo en el convencional, que creo que es lo que está sucediendo si contemplamos las actuales reformas de Japón, Gran Bretaña y Norte América”, sostuvo al respecto el escritor Karl Honoré.
Numerosos estudios han demostrado que el exceso de exámenes, trabajo y competencia son contraproducentes para un buen aprendizaje, como también lo son el uso forzado de la memoria o una temprana inducción a la racionalización de los contenidos. La seguridad y el afecto son vivencias que se consideran imprescindibles para la efectividad de la educación, como la presencia de límites y la habilitación para arriesgarse y equivocarse. El contacto con la naturaleza y los buenos hábitos alimenticios también demostraron tener efectos para una óptima asimilación de los contenidos.
A la hora de crecer, la importancia de la individualidad de cada alumno se ha convertido en algo tan importante como su capacidad de sociabilizar.
La pedagogía Waldorf está inscripta en estos parámetros y, como la mayoría de los padres, maestros y ex alumnos vinculados a esta pedagogía, Eliana asegura que estos niños “salen emocionalmente mejor equipados para tener una integración armoniosa en la sociedad, descubrir y cultivar su verdadera vocación y lograr que se transforme en un medio de vida. La pedagogía Waldorf los ayuda a mantener un saludable equilibrio interno, algo que en nuestras sociedades se ha perdido un poco”.
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