Empar Salvador tiene 62 años, nació cuando su padre regresó a España, luego de haber escapado de Franco y sobrevivido a 4 años de trabajo forzoso con los nazis. Y se llamó Amparo.
Su vida parece haber sido por momentos tan dolorosa que le cuesta nombrarla y como protegiéndose de ese dolor, tiene el acto reflejo de reír cuando cuenta las cosas más crueles o indignantes. Ha dedicado casi toda su vida a reconstruir su historia y la de los suyos, desde que era una niña que no entendía ciertas cosas que sucedían en su casa, no ha dejado de hacerse preguntas. Y después de casi 4 décadas de búsqueda encontró una parte de esa verdad. Una parte bastante grande por cierto: son las fosas comunes más grandes de Europa, ubicadas en el cementerio de Valencia. 23.600 casos documentados que son apenas la punta del iceberg, según afirma la responsable del valiosísimo hallazgo.
-¿Qué diferencias percibís entre la recepción que tenés en Latinoamérica y la que tenés en Europa?
-Acá he tenido una muy buena recepción, la diferencia es que en todos estos países ha habido un proceso de juzgar a los responsables, aunque muchas veces haya sido una farsa. En España hay documentados 156 mil casos de desaparecidos, se calcula que sólo han habido más víctimas en el régimen de los Jemeres Rojos de Camboya. Y nunca se ha juzgado a nadie, es más, los descendientes están ocupando en el país altos cargos en el Estado, las finanzas, la industria, la prensa, los bancos. El presidente del Parlamento español, José Bono, del Partido Socialista, dice públicamente que él es hijo de falangista y a mucha honra. Así que estamos metidos en un proceso judicial donde lo que queremos es llegar a los tribunales internacionales, porque en España mientras existan los elementos sociológicos y físicos franquistas que hay en este momento controlando la sociedad, no se hará justicia.
-El régimen despareció pero la sociedad aún está muy marcada
-Es que creo que el régimen nunca desapareció, en España se dijo que se hacía una democracia pero en una estructura de estado fascista, todo aquello esta muy vigente, pasa por ser el responsable de haber destruido casi toda la documentación el que ahora es el presidente del grupo Sogecable- Prisa, el señor Rodolfo Martín Villa, (risas) que participó con altos cargos políticos durante el régimen genocida. La vicepresidenta del gobierno, María Teresa Fernández de la Vega es hija de uno que se llamaba Wenseslao Fernandez de la Vega, que era la mano derecha de uno de los peores y más sanguinarios falangistas que ha habido en España, José Antonio Girón de Velasco. Luego ella fue jueza durante el franquismo. El Fiscal General del Estado Cándido Conde Pumpido, es nieto del Coronel Auditor Luciano Conde Pumpido, España está llena de casos así, nos piden que miremos al futuro y olvidemos el pasado, pero claro, el pasado son cientos de miles de víctimas, ahí están nuestras familias enteras tiradas en las fosas como perros, nadie puede olvidar eso, es una herida que solo se cerrará el día que se haga justicia.
- Justicia que llegaría con la condena de los culpables y colaboradores ¿y en relación a las víctimas y sus familiares qué justicia se plantea?
-En primer lugar rehabilitarlos jurídicamente, porque según la legislación española ellos siguen siendo criminales. Todos esos actos jurídicos no han sido anulados, de manera que todas esas personas siguen siendo delincuentes. Lo que argumentan el Tribunal Supremo o el Tribunal Constitucional, es que estas sentencias fueron impuestas por órganos jurisdiccionales que en aquellos momentos eran legales, entonces dan por válido el golpe de estado. Y no es así, porque hubo un régimen genocida que atentó contra todos los que habían luchado por un proceso de libertad, de democracia, de respetar la legalidad vigente, porque el gobierno de la Segunda República fue legalmente constituido, tras un proceso de elecciones democráticas. Ahí llegó el criminal golpe de estado de Franco, que creían que iba a durar 24 horas, pero claro, se encontraron con un pueblo que estuvo 3 años resistiendo. Y bueno, luego hay daños que son irreparables, que nunca en la vida se podrán arreglar.
-¿Qué opinás de la rehabilitación económica?
-Creo que es cosa de cada uno, en un tema como este, tan delicado, no me siento capaz de decir qué debería hacer o dejar de hacer nadie. Cuando se aprobó la ley de Amnistía se dieron unas indemnizaciones que eran una risa, un millón de pesetas, algo así, teniendo en cuenta que a esas personas se les había robado todo lo que tenían, sus casas, todo, bienes que se escrituraron los fascistas a su nombre y luego los han heredado sus hijos, que ahora se los están disfrutando. Luego está la Ley de la Memoria (vigente desde 2007), que es una vergüenza total. En materia de indemnizaciones, no solamente hace un agravio comparativo de las víctimas del franquismo con cualquier otro colectivo de víctimas, como las del terrorismo por ejemplo; sino que además hace discriminaciones en el interior del propio colectivo de víctimas del franquismo. A las del año 67 en adelante, les dio 130 mil euros y a las que son del 67 hasta el 36, creo que les dio 1.800 euros. Es un agravio
-¿En qué año naciste?
-En el 47, en plena represión franquista (risa)
-¿Cuándo naciste tu padre dónde estaba?
-Mi padre estaba escondido, había sido combatiente en la guerra antifascista, él estaba en Barcelona cuando los fascistas tomaron la ciudad y la gente se fue andando, atravesaron los Pirineos y fueron a parar a Francia, estuvo en los campos de refugiados en Francia, donde murieron miles y miles. Uno de los campos, el de Argelès , era en la playa, no tenían ni comida ni bebida, tomaban agua salobre porque cavaban pozos en la arena y morían de gastroenteritis. Cuando entraron los nazis a Francia los gendarmes franceses entregaron a los que eran anarquistas y comunistas a los nazis, a mi padre entre ellos. Unos fueron a los campos de exterminio y otros al trabajo forzado. Mi padre hizo trabajos forzados en Alemania durante 4 años, sobrevivió y volvió a España en 1946. Todas estas cosas las hemos ido reconstruyendo con mi hermana, porque ellos nunca contaron nada.
-¿Y cómo siguió la vida de tu padre hasta el 75?
-Mi padre murió años más tarde, porque claro, todos ellos volvieron muy castigados, habían sobrevivido a los nazis pero estaban hechos un desastre. Aún así, la que vivió mucho menos fue mi madre, que fue una de aquellas mujeres a las que les habían rapado la cabeza, les habían dado el aceite de ricino, las habían paseado por los pueblos, donde las exponían en las plazas para que las apedrearan. Muchas morían cuando les ponían el embudo en la boca para volcarles el aceite de ricino, les producían unas heridas que morían en su propio vómito de sangre. Fue el destino de muchas mujeres republicanas.
EL GEN ROJO
-¿Trabajabas desde chiquita?
-Los hijos de los republicanos éramos seres de 4º categoría (otra vez la risa), no teníamos derecho a nada, ni a educación, ni a sanidad, nada, totalmente marcados y castigados. Estaba la ley de Vallejo Najéra, que era un psiquiatra que hablaba del “gen rojo”, decía que el marxismo era una enfermedad contagiosa y que había que sacar a los hijos de los republicanos de sus familias, entonces el estado asumía la tutela de esos niños. En realidad eso estaba hecho para encubrir algo inmenso, como fue el secuestro y la venta de niños en plan masivo. A mi me llevaron a un centro regido por monjas, no me enseñaron ni a leer ni a escribir, había unos talleres de costura y allí todas las niñas trabajábamos.
-¿No veías a tu familia?
-No los volví a ver hasta que salí
-¿Cuándo entraste y cuándo saliste?
-No lo tengo muy claro, porque nunca nos han dado los documentos, entonces no sabemos exactamente cuándo entramos y cuándo salimos, pero calculo que estuve de los 6 a los 11 años.
-¿Hiciste alguna carrera?
-No ¡qué va! (risas) nosotros ni siquiera hemos aprendido a leer y a escribir, somos autodidactas.
-¿O sea que no recibiste educación formal en España?
-Me acuerdo de haber ido algún año a la escuela, pero básicamente todo lo aprendí de adulta, a leer, a escribir, a andar en bicicleta. no sé cómo explicar la situación en la que vivíamos de niños, era una situación en la que no había niñez.
-¿Cuándo te empezás a vincular más con la investigación?
-Empecé a unir piezas, a darme cuenta que mi situación era muy rara, que no se parecía a la de las demás niñas con las que me relacionaba, era una persona prácticamente aislada, porque había vivido ese período de aislamiento con esas señoras (no voy a decir lo que verdaderamente pienso de ellas pero diría que de asesinas para arriba) y por otra parte ese sentimiento de que no se podía hablar de muchas cosas, ese miedo a hablar, y al no tener la edad suficiente como para discernir de qué se podía hablar y de qué no, la solución era no hablar nada. Aislamiento. Luego empecé a crecer, me empecé a dar cuenta que efectivamente en mi familia pasaban cosas extrañas, que faltaba gente, en ese momento además mi padre empezó a cobrar una pensión alemana. Eso es lo que me llevó a viajar a Alemania con 24 años, para averiguar qué es lo que había pasado, porque él decía que había trabajado allá, pero a mi y a mi hermana (11 años mayor) no nos cerraba. Entonces viajé sin que mi padre lo supiera y descubrí que cobraba en virtud de la sentencia del Tribunal de Núremberg, que había condenado al régimen alemán e indemnizaba a sus víctimas con una pensión vitalicia que les cambió bastante la vida, porque eran personas que siempre estaban en la precariedad, no podían trabajar, sobre todo por su estado de salud, porque ¿cómo puedes venir después de haber hecho 3 o 4 años de trabajo forzado para los nazis? (vuelve la risa), a eso no se sobrevive normalmente. Cuando me enteré casi me desmayé (risas), porque ahí empecé a conocer parte de su pasado, imagínate la situación.
-¿Qué sentiste?
-Creo que no podría describirlo, me quedé de piedra. Y entendí muchas cosas, actitudes, silencios, llantos por la noche cuando pensaba que nadie lo escuchaba, de su estado de salud, entendí muchas cosas y en los días siguientes más.
-¿Qué características tenía la población de Valencia como para haber sido la última ciudad republicana en caer? ¿Creés que eso determinó que la represión allí ejercida fuera especialmente cruel?
-No sé por qué resistió más y seguramente fue una causa de tan feroz represión, está claro que entraron a sangre y fuego, con mucha rabia. En Valencia siempre se ha oído hablar de las atrocidades cometidas cuando entraron las tropas franquistas, a escondidas, se hablaba de cosas tremendas, violaciones masivas de mujeres, detenciones masivas, muertes de hambre, hacinamiento, asesinatos, fusilamientos, enfermedades sin asistencia, escuchar que un falangista tomó un niño por las piernas y boca abajo le dio la cabeza contra la pared hasta matarlo, delante de sus familias, entonces su madre se volvía loca y si tenía suerte le pegaban dos tiros, si no, imagínate con lo que tenía que vivir. Muchos se suicidaban porque no podían vivir con sus recuerdos, y así cientos de miles, la plaza de toros de Valencia llegó a albergar a 40 mil personas, sin agua ni comida…
-Es una locura, en Argentina se estima que fueron un total de 30 mil desparecidos y España es mucho más pequeño
-Claro España es chiquitísimo! (risa) y Valencia tiene las fosas comunes documentadas más grandes del continente europeo en el siglo XX, como ha dicho el ex presidente de Italia Francisco Cossiga. Tienen un total de 41.020 m2, en una ciudad que tenía 400 mil habitantes.
-O sea que ahí fue a parar gente de toda España
-Sí, Valencia era la capital de la república, tenía la infraestructura necesaria, hospitalaria, etc., trasladaban mucha gente a Valencia, había muchas colonias de niños refugiados. Se pensaba que desde Valencia sería más fácil escapar, pero nadie se acerba ni nadie salía, las democracias europeas no hicieron nada, aquello se convirtió en una ratonera de la que casi nadie podía escapar. Era realmente mucha gente, y la mayoría no estaban registrados en el censo de habitantes, justamente porque eran grandes cantidades. De todos ellos nunca se volvió a hablar y eso es lo que me lleva a mi a buscar gente en un plan masivo.
SIX FEET UNDER
-¿Cómo llegás al cementerio?
-Llego muchos años más tarde, porque primero se me había metido en la cabeza que habían vaciado una montaña y los habían metido adentro. Se me ocurrió mirando unas minas a cielo abierto, las de Río Tinto, vi el cráter que hacen en la tierra y pensé que habían hecho algo parecido y los habían metido ahí adentro. Hay que tener en cuenta que éramos personas sin formación de ningún tipo, no sabía cómo empezar una búsqueda, así que me puse a estudiar un poquito de geología, Valencia está rodeada de sierras, no tenían muchos camiones, no debería ser un lugar muy alejado, partiendo de ese tipo de conjeturas, ubico una zona y voy a trabajar ahí, me pierdo entre los montes. Un compañero me había enseñado a seguir los caminos de herradura, a usar mapas a escala, a orientarme en el monte. Finalmente abandoné esa hipótesis porque encontré varias cosas, pero no lo que buscaba, que era mucha gente.
Al cementerio me llevó una casualidad, cuando se cumplió el 60º aniversario de la liberación de los campos nazis, hicimos una exposición en memoria de todos los valencianos que habían sido asesinados allí, y entré en contacto con Casimiro Climenti. El había sido deportado a las oficinas de la Gestapo en Mauthausen porque sabía alemán, junto a Josep Bailina trabajaban rellenando las fichas de los deportados que iban llegando y se les ocurrió duplicar las de los españoles, para dejar registro de cuántos habían ido a parar ahí. No tenían dónde esconderlas, hasta que se les ocurrió hacerlo en el almacén, las intercalaban con las fichas en blanco, donde finalmente sobrevivieron y gracias a eso hoy se conoce ese dato. Ellos me dieron la idea del cementerio de Valencia, usando su mismo razonamiento me pregunté: si eran muchos muertos y querían que pasaran desapercibidos ¿Cuál es el mejor lugar para esconderlos? Entre los demás muertos, en el cementerio. (DESTACADO)
Pero claro, una vez en el cementerio, miraba por todos lados y no veía nada. (risas) No encontraba las fosas porque encima de ellas han construido otro cementerio. Están abajo. Luego ya encontré los Libros de Registro de Enterramientos del Cementerio de Valencia, que no estaban escondidos, estaban en una oficina del Ayuntamiento de Valencia, pero no figuraban en ningún archivo público, ni había constancia de su existencia, que es como si no existiesen. Los datos no estaban relacionados, esa relación la hice yo, ahora sí existe. El primer lugar donde busqué fue el cementerio Civil, porque allí enterraban a los ateos, masones, gente de otras religiones, etc. entonces pensé que los habían tirado allí. Empecé a pensar que tenía que armarme un plan, organizarme para barrer el cementerio de Valencia, estudiarlo. Y efectivamente en ese lugar encontré la 1º fosa común, un espacio que me saltó a la vista, era como una praderita con hierba y lo vi.
-¿Cómo ubicas las demás fosas?
-Empecé a comprobar que el espacio físico era igual al espacio documentado, en los libros no se especifica que esas personas fueron enterradas allí, pero hay una serie de datos sobre esas personas, como unas coordenadas, que en realidad son el lugar exacto donde está enterrado cada uno, sin decirlo. Eso es lo que descubro cuando logro descifrar los libros. Entonces empecé a encontrar señales en el piso, signos en la tierra, letras y números que correspondían a filas e hileras. Cuando cruzo esos datos me doy cuenta que todo es lo mismo y empiezo a ubicar todas fosas. Ahí empezó una carrera para almacenar todos esos datos de la manera más rápida posible, tenía mucho miedo, sentía que tenía que hacerlo público cuanto antes para protegerlo, pero para eso había que hacerse de los datos. Dejando registros notariales de la existencia de esos libros (porque se decía que los sacarían de la oficina) y digitalizando la información, efectivamente me echaron del lugar antes de terminar el trabajo, pero por suerte ya estaba todo digitalizado.
Recién entonces se convocó a la prensa para hacer público el hallazgo. Contrario a lo que el sentido común indicaría y Empar suponía, a los dos días de divulgar la noticia, empezaron a vallar una de las fosas, la única que quedaba sin destruir, es decir, sin haber sido removida o construido encima. “Nos dijeron que ahí se construirían 1.030 nichos, entonces empezamos una campaña para parar esas obras y lo conseguimos. Pero claro, hicieron una exhumación extrajudicial, un delito, movieron parte de la tierra destruyendo restos, la trasladaron y luego la devolvieron a la fosa. Una cosa increíble. De todas formas hemos pedido la exhumación de todas las fosas, porque aunque se haya destruido mucho, se puede analizar igual, ver qué hay. Estamos en medio de ese proceso judicial que será muy largo.”
-Casi toda una vida dedicada a esto… ¿cómo te imaginás el momento de la justicia?
-No me lo imagino, porque creo que no lo veré nunca. Ojalá, pero creo que lo verán otros. Llevará mucho más tiempo, creo que están esperando que todos se mueran y cuando ya no haya a quién reclamar, ahí posiblemente empecemos a saber qué pasó. Los 156 mil casos documentados que hay son la punta del iceberg. Los 23.600 documentados en las fosas son la minoría también, hay muchísima más gente que fue tirada ahí sin identificar, son números de cuerpos en agujeros. Es una estructura tremenda, una ingeniería puesta al servicio del ocultamiento de crímenes. Las fosas ocupan casi todo el cementerio, hay otro cementerio debajo del que vemos, básicamente niños, mujeres, ancianos, gente que murió de hambre, de enfermedades oportunistas que son las que atacan organismos desnutridos, una población indefensa, que solamente tenía hambre y miedo. Por eso mi investigación empieza cuando termina la guerra, cuando ya no había motivos para matar a nadie, ni hacer morir de hambre a un sector de la población. Las víctimas de Valencia tienen la desgracia de haber sido realmente muchas, por eso hay tanta resistencia a decir la verdad. Esta investigación es la prueba de ese genocidio.
*En forumperlamemoria.org. se puede acceder a gran parte de la información obtenida en estas investigaciones, fotos aéreas de las fosas, listas de enterrados, etc. También se puede bajar un documental que ilustra y relata parte del trabajo.
-Publicado en La Diaria en Septiembre de 2009,